domingo, 15 de enero de 2012

RACISMO


La tecla del racismo salta a la más mínima, que se dice. Soy sospechoso de racismo si a un negro lo llamo negro. Tengo que llamarlo "hombre de color". (La tontería es apabullante, porque también son "de color" los chinos. Pero en fin).
Ocurre que no se tiene en cuenta la singularidad de la frase. Una simple frase no puede definir a nadie como racista. Sí lo definiría la pluralidad de la frase: «ese negro de mierda», cosas así, insultantes, pronunciadas por el sujeto con intención ofensiva, frecuentemente. 
Si yo digo que Ian McEwan, por ejemplo, es un «inglés de mierda», nadie me tildará de racista, dirá que es pura envidia lo que me corroe. 
Si yo, hombre blanco (¡jau!) le digo a otro hombre blanco eres «un andaluz de mierda» (por ejemplo, a mi vecino), él no correrá voceando que soy un racista: dirá muy tranquilo que soy un gilipollas. 
Si a Lass Diarra alguien le dice que es un negro, el hablante no es racista porque, efectivamente, el centrocampista del Real Madrid es negro. Luego el matiz ofensivo de la frase reside en el complemento preposicional despectivo «de mierda» que se atribuye a la persona negra, no en la atribución de «negro». 
¿Enterados?

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