jueves, 28 de febrero de 2013

EL CONOCIMIENTO ES SOLO APARIENCIA

El chiste: Bárcenas denuncia al PP
por despido improcedente
y se apunta al paro.

Suelen llamar opinión a la medida individual de un acontecimiento. Ya aseguró Parménides que la opinión no se alimenta del conocimiento del entendimiento sino del de la sensación (interés). Quizá por eso las opiniones de los politicuchos, en esta actualidad controvertida en la que nos hundimos, son desmesuradas. Si la opinión proviniese del conocimiento que proporciona el entendimiento, los corruptos la acomodarían a la verdad objetiva. Pero esto es pedir peras al olmo, ya lo dijo Octavio Paz. Cada politicucho acomoda su  declaración a sus intereses, con lo que la olla de grillos es gigantesca. Es la verdad que proporcionan los intereses: el partidismo, la venganza, el dinero negro en Suiza. El político se instala en la rueda de piñón fijo y excluye las opiniones de los demás por considerarlas contrarias a sus sensaciones (intereses). Carente de flexibilidad mental, el político acumula sensaciones para juzgar a través de ellas los acontecimientos de la vida social y  económica. El resultado es forzosamente negativo porque sólo a través del entendimiento puede llegarse a una exposición objetiva de la verdad admitiendo, al mismo tiempo, la verdad de los otros como posiblemente válida. De hecho, forman la experiencia a base de percepciones sensibles (Bárcenas y sus 38 millones), acumulan los hechos de experiencia como el que amontona euros (Undargarín), y olvidan que debe darse de antemano la idea para que sea posible la percepción sensible (Rajoy pillado por los colgajos) y con ella la experiencia. Fue Platón el que dijo estas cosas, cabreado porque Protágoras ya había soltado el latigazo de que todo conocimiento es sólo apariencia. Así que, amigos, nunca sabremos la verdad de la corrupción política.

jueves, 21 de febrero de 2013

EL ARTE DE BUSCAR PROBLEMAS


El arte de buscar problemas, encontrarlos y aplicar las soluciones equivocadas. Eso es la política según Groucho Marx. En el
debate sobre el Estado de la Nación, el Presidente Rajoy ha demostrado ser un tío con toda la barba. Hora y media contentísimo de haberse conocido. Durante el año y pico que lleva de presidente no ha cometido ni un solo error. Al menos no lo ha reconocido en su discurso de ayer. La contradicción de sus actos con sus promesas electorales son 'daños colaterales' ocasionados por la coyuntura socioecómica adversa, porque si hubiera sido por él hubiera cumplido a rajatabla todas y cada una de sus promesas. Y además está la herencia. La que le dejó Zapatero. Defensa y ataque, el método futbolero de Rajoy en su comparecencia. Y de corrupción, nada. «Los corruptos hace años que no tienen responsabilidad en el PP», dijo, y se dio un lametazo en el labio superior. Además está convencido de que, por el hecho de reformar, España tiene ahora futuro, cosa que no tenía hace un año. Es un chiste malo eso de admitir como certeza un convencimiento. Yo también estoy convencido de que, por el hecho de jugar, algún día acertaré el boleto de los euromillones.

lunes, 18 de febrero de 2013

MI ABUELO LES ECHABA EL BREBAJO

Oye, te cuento. El personal, mayormente ciudadanos de a pie, acereros los llaman, pues como que se alegra del trancazo que van a meterle a los pajarracos que anidan en las ramas de la Administración Local. Dicen que la envidia es alegrarse del mal ajeno, pero aquí no hay envidia: hay irritación y cabreo sordo. Hay indignación por la corruptela política. El gentío aplaude la decisión del Gobierno tal como se aplauden los goles de Messi. El Consejo de Ministros del viernes pasado aprobó el anteproyecto de ley de Régimen Local que limitará el sueldo de los alcaldes y la reducción de concejales que lo cobren. El 82 por ciento de éstos no tendrá retribución. ¡Olé ahí tu madre, Rajoy! ¡A ver quien se mete a concejal! Rojas Zorrilla escribió en el siglo XVII una comedia, Del rey abajo ninguno. Pues eso, del alcalde abajo, ninguno. Lo chusco del asunto es la frase que ha soltado el lúcido Gaspar Zarrías (secretario de Política Municipal del PSOE): «Esta reforma es un hachazo al estado de bienestar». Más calvo de lo que está se ha quedado Zarrías. Porque la frase o es una abstracción hegeliana (ve el 'estado de bienestar' a través del concepto de vida y totalidad), o es una chorrada degradante. En efecto, no deja de ser una chorrada que se conceptúe como 'hachazo' la supresión del sueldo de miles de concejales inútiles. Será el estado de bienestar de ellos, naturalmente, el que desaparecerá, ¡no te jode!

viernes, 15 de febrero de 2013

LA LIBERTAD Y LOS COJONES



Hartazgo de noticias sobre la corrupción de los políticos. Así que voy a escribir sobre la libertad. (Que es otro revolcadero de cerdos). El hombre está condenado a ser libre, dijo Sartre, y quizá lo sea. Libre por cojones, quiero decir. Pero no es libre. Porque la libertad sartriana más que una propiedad cualitativa es un castigo. Los ángeles soberbios fueron condenados a ser demonios. Con toda su libertad a cuestas. Los delincuentes son condenados a la pena de cárcel. Los pusilánimes son condenados a la indeterminación. A los deportistas cazados con lo del dopaje se les condena a  prescindir de su actividad deportiva e incluso se les desposee de sus títulos. En cualquier circunstancia, el hecho de “ser condenado” lleva consigo la idea de castigo. De modo que si el hombre está condenado a ser libre quiere decir que sufre el castigo de la libertad. Se dice que la libertad es una cualidad eminente pero, en realidad, es un castigo. Un individuo puede “ser” libre y, sin embargo, sentirse incapacitado para ejercitar la libertad. Una cosa es que se entienda la libertad como inmunidad de coacción extrínseca (aquí el hombre sería libre por si mismo) y otra que se practique la libertad como un ejercicio finalístico (aquí el hombre estaría obligado por otros a ser libre). Los poderosos imponen la libertad, para disimular. Pero no eliminan el hambre de los seres humanos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

MICRORRELATO DE SAN VALENTÍN

Pues esto era una pareja que estaba muy enamorada. Tanto que sólo se amaba el día de san Valentín. Alquilaban una habitación más desayuno para dos en una hospedería de cuatro estrellas y allá se iban. ¿Has traído el DVD?, decía ella. Lo he traído, respondía él. Durante la noche contemplaban repetidas veces My bloody Valentine. Al clarear el alba se despedían con un apretado abrazo porque Harry Warden regresaba para reclamarles el corazón. (Click)

martes, 12 de febrero de 2013

RELATO DE LA GORDA Y LA FLACA




Pues esto era una vez un juez que dictó una sentencia. Resulta que una señora denunció a un compañero de trabajo (pero no amigo) porque la había llamado “gorda”. El juez sin embargo pensaba que las gordas son esplendorosas y felices. Incluso bellas. El rostro de las gordas muestra  los rasgos de la belleza clásica: nariz recta, pómulos equilibrados, ojos simétricos, boca pequeña y redondeada, labios gordezuelos. El juez pensaba en la prosopografía que utiliza el Arcipreste de Hita en sus retratos femeninos o en las pinceladas de los maestros del Cinquecento (la Magdalena Doni de Rafael, por ejemplo). El juez pensaba en la mujer gorda del Barroco y se conturbaba (esos desnudos de Rubens). Al señor juez le fastidiaban las pasarelas. No es posible, pensaba, que unas piernas esqueléticas y unos costillares raquíticos encajen ‘artísticamente’ con unos senos esplendorosos y abundantes (salvo el engaño de la silicona); no es posible, seguía pensando, que unos hombros huesudos y tísicos enlacen con unos pómulos eslavos y unos labios cameruneses (salvo la inflación inyectable del botox); no es posible, concluía el señor juez, que  tobillos y rodillas de Auschwitz hagan juego con glúteos carnosos y rotundos (salvo imaginación calenturientamente asexuada). ¿Estar gorda o ser gorda?, se preguntaba el señor juez. Porque no es lo mismo dirigirse a una señora delgada, de aspecto enfermizo, y decirle educadamente: «qué bien la veo, señora, está usted un poquito más gorda», que dirigirse a una señora gorda, de salud rebosante, y decirle a mala uva «es usted una gorda asquerosa». Así que el señor juez que dictó la sentencia, dudando, probablemente, entre el valor semántico y la apariencia gramatical de la gordura, decidió que el hecho de llamar “gorda” a una señora no se puede catalogar dentro de los delitos de injuria, agravio o difamación.
(Naturalmente, la esposa del señor juez era una gorda rellena de epitelios).