Continúo con el tema de ayer. El riesgo de la pesadez me convierte en una monserga granítica. Asumo el riesgo.
Quisiera ejemplarizar la noche loca de fin de año con un supuesto: el no presente (sustantivación de lo que no es ni pasado ni futuro). Que se prolonga en otro supuesto: la locura final del año es el asidero de la temporalidad. Vivimos en el tiempo y el tiempo es la nada. En fin.
(No sé si Inmanuel Kant tendría razón o no cuando planteaba el carácter apriórico e intuitivo del tiempo). Bostezo histórico |
La noche burra de fin de año constituye una tradición. Como toda tradición, es un intento formidable de aferrarse a algo que ha existido para darle base al presente, de atrapar lo pasado para que no desaparezca el presente. De situarse en un instante que fue para no enfrentarse con el horror del vacío: el no ser.
La fiestorra de fin de año se asienta en el miedo al no ser.
Queremos ser y no somos.
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