miércoles, 3 de octubre de 2012

SOMOS MERCANCÍA

Para nuestra desgracia, nos han convertido en mercancía. Lejos quedan aquellos ideales del Renacimiento en los que se consideraba que  «el hombre es la medida de todas las cosas». O los de la Ilustración, tres siglos después, el Siglo de las Luces, una sociedad laica, abierta y tolerante. Inmanuel Kant lo clavó: 'Sapere aude'. Atrévete a pensar por ti mismo, atrévete a pasar de súbdito a ciudadano, busca y defiende la verdad que  has encontrado. Todo ha cambiado. Nos la meten doblada. Nos calzan las ideas que quieren que calcemos. Se acaba de traducir al español un libro de Zygmunt Bauman (Esto no es un diario, edit. Paidós) en el que el sociólogo polaco afirma que hemos convertido al ser humano en mercancía. Tenía que ser así. Si la política está dominada por la ingeniería financiera, si los valores han sido suplantados por la economía, si se siguen arrojando al mar anualmente millones de toneladas de alimentos para que no bajen sus precios, si la publicidad revienta las ideas para que se adquieran productos prescindibles (ahogándonos con su imprescindibilidad), si cada día aparecen nuevos casos de corrupción política, si las medidas europeas contra la crisis son para salvar al euro (los bancos) y condenar a quienes carecen de euros (los sin trabajo), si han borrado del mapa nuestros derechos ciudadanos en nombre de una democracia útil para votar (y nada más), si todo esto es así, ciertamente los mandamases que nos (des)gobiernan han convertido al ser humano en mercancía.

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