España está contaminada. La polución producida por la actividad humana es problema grave que afecta a la calidad de vida, la salud de las personas y el equilibrio climático de la
Tierra. Cuando la causa de la contaminación es natural, se trata de un proceso esporádico que suele desvanecerse también naturalmente. Cuando la polución es producida por causa ideológica, no hay manera de detenerla. Invade las cabezas, altera los sentimientos y destruye los afectos y los vínculos comunes. Ahí está la campaña independentista catalana, un tsunami ideológico que taladra las cabezas haciendo creer en lo que tal vez no existe. Artur Mas promete subir las pensiones y no paga a las farmacias. Afirma que no va a permitir la división de los catalanes. Sin embargo, ya están divididos: un 37,25% utiliza el catalán y un 46,53% utiliza el castellano como lengua de identificación. Por otra parte, ahí están los sindicatos UGT y CCOO. Contaminados. Las ayudas públicas que reciben vuelven a estar bajo sospecha. Dispuestos a la huelga, a la manifestación y a la pancarta, envenenados por la contaminación de una izquierda sindical que se rige por intereses políticos, intereses que no son los de los trabajadores.
Me retiro a Villasbuenas, en plena naturaleza. No solo me libro de la polución respirando aire puro. Me libro de otra polución más maligna puesto que no veo TV, ni leo periódicos, ni escucho la radio. Leo un libro y contemplo los atardeceres bellísimos del otoño.
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