martes, 23 de octubre de 2012

A FALTA DE PAN BUENAS SON TORTAS


Alberto Núñez Feijóo y Íñigo Urkullu
La meditación espiritual, esa que utiliza las frases de «Dios es amor» o «Dios es paz» o «Dios te ama», repetidas una y otra vez en el turbio interior de la conciencia, resultan relajantes e incluso eficaces contra el dolor físico o moral, contra la ansiedad y el estrés. Cosa que no consigue la ‘meditación secular’ (estoy contento, soy feliz, el Madrid es el mejor equipo del mundo, la dieta sana y el ejercicio físico alargan la vida, cuido mi colesterol, cosas así).
Que la meditación espiritual  produce beneficios psicológicos es cosa sabida desde antiguo. Las personas de vida contemplativa adquieren la paz interior porque “creen” en los efectos de la meditación. El creyente busca, con la aceptación (fe) de una realidad trascendente, la interpretación de la realidad circundante. El problema del dolor, de la injusticia, del sufrimiento de los inocentes, del mal, encuentra así una interpretación que tranquiliza y sosiega. Ese es el fruto de la meditación espiritual. Otros buscan la interpretación tranquilizadora de la realidad en el budismo o en otras filosofías de la vida. Y también encuentran sosiego. Como las monjitas con sus rezos letánicos. Paz y tranquilidad.
La meditación es reflexión. Los partidos políticos que pierden las elecciones se dedican a reflexionar. Hay que reflexionar, dice el PSOE, perdedor de las elecciones en Galicia y en País Vasco. Tal vez con la meditación espiritual encuentren sosiego. Tal vez interpreten la realidad con la atracción reflexiva de unos buenos ejercicios espirituales que salven el alma política. A falta de pan...

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