Neoliberalismo deshumanizado |
El gentío es crédulo e incauto, ya saben ustedes, con la inocencia del pueblo que
es como antes se le llamaba, “el pueblo”, sustituido ahora por la rimbombancia
semántica de ciudadanos, pertenecientes a una categoría abstracta denominada
“ciudadanía”, porque el término ciudadanía se aproxima más devotamente a la
idea de república, se acerca más
reverentemente al concepto emancipador de revolución, se aplica más
ardorosamente al pensamiento histórico de progreso. En cambio el pueblo, lo que
se dice “el pueblo”, conlleva una idea agreste y rudimentaria de terruño y
camisa sudada, en contradicción precisa con la electrónica, la ley de
protección asistida y la libertad de elección sexual. Tanto es así, que es raro
escuchar de labios políticos, o de boca progreta, aserciones como, por ejemplo, «el pueblo español prefiere el 'banco malo’». Ni hablar.
De pueblo español, nada. Es el ciudadano de este país quien prefiere el 'banco malo'. Oyes al señor Montoro, con su cara seriamente litúrgica de maestro de ceremonias y va el tío y dice que el ciudadano ha elegido
el 'banco malo'. Y, a noticia seguida, oyes al señor de Guindos, con su cara de
bibliotecario decimonónico e, idénticamente, va el tío y dice que el ciudadano quiere el 'banco malo' para retirar los 'activos tóxicos'. Aparte de que el ciudadano no entiende nada de eso, ¿qué ciudadano español exige tal
postura? ¿Cuántos? ¿Qué ciudadano exige la contraria? ¿Cuántos? ¿Cuándo?
¿Dónde? ¿Las encuestas? Me tiro al suelo de la risa y me abofeteo sañudamente
para encajarme la mandíbula. Todo el mundo sabe que las encuestas siempre
arrojan resultados satisfactorios para el organismo que las encarga. Así que al
ciudadano se le ofrecen comuniones con ruedas de molino. Y las traga. En
cambio, el pueblo era más duro de pelar.
"Todo el mundo sabe" (me remito a la canción de Leonard Cohen, que es el título) que al pueblo no lo engaña nadie, por eso el "maestro" y el "bibliotecario" (y otros tunantes del gobierno de turno) nos intentan liar con la floritura de "ciudadanos". ¡Ay, señor, señor!
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