No tiene ninguna culpa. No tiene culpa de ser hijo de la Pantoja. No tiene culpa de haber llegado a famoso sin comerlo ni beberlo, es un decir, porque comer sí que come y beber hasta la madrugada. No tiene culpa de ganarse la vida sin dar un palo al agua. No tiene culpa de intervenir en programas basura televisivos y en emitir opiniones (in)trascendentes. No tiene culpa de ser un personaje 'mediático' gracias a la pringosa salsa rosa. No tiene culpa de que lo contraten como Dj. Kiko Rivera, Paquirrín, es inocente. Es feo pero inocente. Y ahora va doña Cecilia, que lleva toda la vida pintando, dice, aunque su trabajo consiste en labores de mantenimiento en el templo y, ni corta ni perezosa, le da por restaurar el Ecce Homo de Borja. Y castiga a Paquirrín, como a un wanted del viejo Oeste, colocándolo en el mural. Influída sin duda por la visión frecuente de Paquirrín en Muchachada Nui , en Desmontando a Paquirrín o en teligentes programas similares. Doña Cecilia ve a Paquirrín por todas partes, se le aparece en sueños y ¡plaff!, no se le ocurre otra cosa que eliminar el rostro nazareno de Elías García Martínez, con algunos desconchones por ser pintura mural, y sustituirlo por el rostro de Paquirrín.
Doña Cecilia habrá realzado el pop-art, pero se ha cargado de un escobazo la piedad popular. Porque a ver quién junta las manos y se postra ante Paquirrín a implorar favores celestiales.
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