Hollande, sin el par de bemoles |
¿Será verdad o esto es un bolo calenturiento de los que circulan durante el mes de agosto?
Pues no sé si será verdad, pero Hollande también se convierte en escopeta de feria, y falla. Y si no que se lo pregunten al brote de violencia que ha marcado los primeros cien días de su mandato presidencial. Y es que, en lo que toca a la seguridad, los franceses tenían más confianza en Sarkozy que en Hollande. A pesar de que una de las principales promesas electorales de Hollande fue la de afianzar la seguridad, pues ya ve usted, no la cumple, o la cumple poco y mal. «La seguridad es para los poderes públicos no solo una prioridad sino una obligación». Dijo. Y se quedó tan ancho. Todo ha ocurrido ayer en Amiens. Los violentos han disparado sobre vehículos en marcha, han destrozado inmuebles, han quemado coches. La tensión sigue siendo alta en muchos suburbios de Francia.
Se ve que no solo basta con suprimir coches oficiales y eliminar sueldos de altos cargos.
Aquí podemos tomar el castillo del capitán de la nave. A los empleados públicos nos podemos unir pronto nosotros y los demás, visionar alguna peli en las que los invasores de los castillos feudales los asaltaban e imitar su heroico gesto (heroico porque creo que es una hazaña destronar el dictador) y finalmente, una vez tomada su fortaleza, arrasar y desmantelar su chiringuito.
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