La (mala) baba, neutralizado el adorno aséptico del babero, no sólo pretende derrotar al adversario: hay que despedazarlo, triturarlo, no vaya a ser que le dé por resucitar de entre los muertos. Incinerarlo. Porque con la incineración es más difícil lo de resucitar, por antojarse más laboriosa la reconstrucción final.
Se las prometía tan felices y ya ve usted, es incapaz de regenerar España. A pesar de la mayoría absoluta (o quizá por ello). Mala suerte, digamos, la de Mariano Rajoy que, solo ante la portería contraria, remata fuera. Los recortes han sido una portería demasiado estrecha. A pesar de las buenas promesas. La (mala) baba lo ha empantanado. Quizá él no se colocó el babero adecuadamente. El renacentista Andrea Alciato escribió en dísticos latinos sentencias morales (emblemas). Una de ellas, citada por Sebastián de Covarrubias, dice así: "Alciato hace una emblema de la cabra que, después de estar ordeñada, derrama la colodra al darle una coz, a la cual son semejantes los que habiendo procedido con buen término y ganado opinión por mucho tiempo de su vida, al cabo lo estragan todo con rematarla mal".
(Con la baba que ustedes quieran atribuirme). Fin.
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