jueves, 23 de agosto de 2012

MICRORRELATO DE LA VIEJITA

Gélida cercanía de la indiferencia

La viejita corría por el andén del metro para alcanzar la felicidad perdida hacía algo más de cuarenta años: abrazar a su hija. (Las monjitas le dijeron que había muerto al nacer. Las monjitas también roban). Se le partió el tacón del zapato comprado en el mercadillo y cayó de costado, dolorosamente. Por mucho que agitaba las manos, nadie quiso ver su angustia ni el esguince de su talón. Los transeúntes miraban de reojo. Cobardes y apresurados. A lo suyo. Tampoco la ayudé a subir al tren.
Más perdió Aquiles por algo parecido -me conforté.


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