Hace tantos años. El gentío vivía sin opinar. Increíble. Cómo podría. Trabajaba y no opinaba. Hoy existe el esplendor opinante. Generalizado en el debate. Generalizado también en el pantalón pirata. La encuesta de opinión es al debate lo que el culo al pantalón pirata. No hay buen debate si la encuesta no luce un buen paquete. La inoperancia hace encuestas sobre el asunto: el PSOE va reduciendo intención de voto con respecto al PP. Productos del papanatismo antagonista.
¿Por qué no se hacen encuestas tipo «Qué opinan los españoles de los jueces y de la justicia?». O «¿Qué opinan los españoles de la corrupción?» ¿A que sí?
La encuesta no define una realidad: la taxidermiza.
En realidad la taxidermia solo es eso: apariencia de vida, de no muerte, de no. (Lo dije el 10 de octubre, pero la gente es proclive al olvido).
Una encuesta en manos de los políticos, escribió Pitigrilli, es una cosa en la que toda mentira se convierte en un gráfico.
(Y en una píldora dorada para los mítines, añado yo).
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