viernes, 25 de noviembre de 2011

EL SEXO DE LOS ÁNGELES

Una promesa de Rajoy (entre tantas): Permitirá fumar en los bares. Gran clamor en contra.
Nadie sabe nada del sexo de los ángeles. (Los sabios bizantinos se pasaban las horas muertas discutiendo el asunto: Utrum angeli possunt mingere necne).
Grado de estupidez la actitud antitabaco. Discutir de ella es como discutir sobre el sexo de los ángeles. Antitabaquistas obsesivos han llegado a denunciar a actores que, en una representación teatral, fumaban por exigencia del guión. Los ángeles y la negación del sexo. Los seres humanos y la negación del tabaco. Quevedo cuenta en El Buscón el peligro de ser denunciado ante el tribunal de la Inquisición por utilizar el pío, pío  para llamar a las gallinas (Pío era el nombre del Papa). Los actuales inquisidores del tabaco también se aproximan a la exageración prohibitiva de este pasaje chusco. La memez llega al extremo de prohibir la visualización del tabaco en el cine. Aquella mano del operador que oscurecía los besos de Clark Gable entre los silbidos de los espectadores. Ahora la mano tapa el humo del cigarrillo en las partidas de póker  de Paul Newman. Cine sin humo de tabaco. Bla, bla, bla...
Post data.- Mario Benedetti, probablemente influido por la encarnación del concepto en la palabra, escribe que los ángeles hacen el amor a través de las palabras, porque lo que es de sexo, nada; lo que constituye una “lamentable carencia de información”.

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