sábado, 26 de noviembre de 2011

EL COCHE

El gentío se sienta junto a su soledad. 
Adquiere el coche para largarse a pasar el rato allí donde hay más personas con coche. 
Nadie puede quedarse en casa.
El filo de una espada abre las entrañas. 
Miedo al vacío de la orfandad hiriente. 
Cada uno escapa de sí mismo cabalgando caballos atmosféricos a más de ciento treinta kilómetros por hora. 
El coche es ese símbolo que sintetiza las apetencias y las carencias. 
Apetencia de ser más. Apariencia de lo que no se es. El coche exterioriza la condición social. Todos somos iguales, pero unos somos más iguales que otros, dijo el cínico. 
El coche, un símbolo. De poder, de categoría social. Emoción íntima ante el nacimiento (y la posesión) de un extraordinario objeto  tecnológico y diferenciador. Aunque no se crea en la diferencia de clase. Sin advertirlo, se cae en el simbolismo de la condición social. 
Carl G. Jung: «Se continúa reaccionando a profundas influencias psíquicas que en otros tiempos se atribuían a gente supersticiosa e inculta».
 El coche, símbolo y reacciones. Vínculo entre  mitos arcaicos y modernas tecnologías. Símbolo «producido en el inconsciente del hombre moderno al igual que se producía en los rituales de las sociedades antiguas». 


¿Ha evolucionado (progresado) la persona?

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