INDEFENSIÓN DEL PROFESORADO (A PESAR DE LA LOMCE)
Leo por ahí “que los casos de agresión a los funcionarios docentes sean tipificados como delitos de atentado y se
aplique a los agresores los artículos 550 y 551 del Código Penal, que
contemplan penas de uno a tres años de cárcel”. Oiga, que está muy bien la
medida, oiga, que son ya años tragando el marrón de la falta de respeto, el
insulto y la agresión. Al trullo con ellos. Vale. Me atrevo, sin embargo, a
decir, que la medida no es suficiente. Puede que con ello se solucione un caso
puntual de agresión: manda al agresor a la cárcel. Pero un caso puntual (o dos,
o cincuenta) no soluciona el problema. La cuestión no está sólo en sancionar a
los agresores, sino en implicar a todas las instancias educativas para que no
agredan.
Los comportamientos que
hacen papilla el funcionamiento “interior” de un centro, eso es lo que hay que
sancionar. Esa tolerancia idiota que impide expulsar de clase (porque el
profesor que expulsa es ‘inepto’), que impide expulsar del centro (porque la
directiva que expulsa no es apta para una educación progresista), esa
tolerancia imbécil que concede al alumno el extraño derecho del desplante
verbal, del desprecio, de la guasa, del acoso, esas minúsculas agresiones
constantes que se pegan a cualquier ámbito como una melaza, eso es lo que se
carga la educación. Me atrevo a decirlo: Los padres, la sociedad y la legislación (que no impone un
ambiente de aprendizaje) son los culpables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario