Rubens las pintaba así de rellenas |
Actitudes de aceptación específicamente idiotas:
la grasa no engorda. Es la revolución dietética del doctor Atkins. Según él,
«se puede tomar toda la grasa y proteína que se quiera, siempre que no se
aumente el consumo de hidratos de carbono». Por mí, bienvenido sea el chorizo y
la patatera asada, pero a ver qué hacemos con garbanzos, alubias y lentejas,
tan saludables para lo de la fibra. Quizá tuviera razón doña Leonor, hace
tantos años, cuando afirmaba que los garbanzos para los loros. También nos han
informado hace poco de que las patatas fritas son cancerígenas, de que el vino
ya no se considera como bebida alcohólica sino alimentaria y de que la cerveza
posee propiedades antioxidantes que prolongan la vida.
¿A quién interesa (capitostes de la Unión Europea ) que
disminuya la producción de patatas, que aumente la extensión de viñedo y la
elaboración de vino, y que se extienda y aumente el consumo de cerveza? Todos
sabemos que, a veces, las grandes revistas científicas publican artículos a
favor o en contra de determinados productos alimentarios para favorecer el
sistema económico. Ahora han prohibido, o van a prohibir, a los jóvenes
británicos el consumo de aspirina porque afecta al cerebro y al hígado. ¿No
habían proclamado hasta la náusea que la aspirina constituía la panacea
universal? Y el gentío se traga esta
tarara idiotológica que empuja a la aceptación o al rechazo de lo alimentario,
lo medicinal y lo nutritivo, según venga el aire. Jo.
Pues yo, las patatas fritas no las voy a dejar de comer, con vino o con cerveza, me da igual. Sí, yo creo que todo esto se mueve por lo de siempre, por los intereses de esos capitostes que nos manejan y por esas publicaciones pagadas por ellos. Juan, nosotros nuestros vinitos y nuestras tapitas en el Candi ¡y se acabó!
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