viernes, 8 de noviembre de 2013

ENTENDER EL ARTE

Quizá el arte también tenga cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente, como la Quimera, y quizá sea necesaria la intervención heroica de algún Belerofonte decidido a matarla, con la ayuda del alado Pegaso. Quizá. Pero no es para tanto. El rutilante cojón de mico que algunos sectores de la prensa han levantado indica que desconocen lo que quizá conocen Dolce & Gabanna: los dos significados de la hermosura invisible, es decir, el contraste entre la hermosura agradable de la forma externa y la hermosura funcional de la estructura interna. Como los españoles somos tan torpes, pues resulta que no sabemos entender el arte. No me extraña que Domenico Dolce y Stefano Gabanna monten desdeñosamente en cólera y afirmen así, como quien no quiere la cosa, que España está atrasada y que los españoles somos unos carcas. No entendemos de arte, qué se le va a hacer. Estos modistos italianos utilizan la violencia y el sexo no para vender ropa, qué va, sino para “explorar la sutil frontera entre moralidad e inmoralidad”. Precisamente en esa exploración consiste el arte en su sentido más puro porque el arte es recrearse en los cuerpos y en el erotismo, dicen los tíos. Y los españoles sin enterarse de lo que vale un peine artístico. Porque oiga, sepan ustedes que de publicidad sexista, nada (afirman). Estos italianos, tan listos, son unos artistas. Como Fidias, Zeuxis, Polignoto o Parrasio pueden llegar a la perfección de las formas vivas. Nosotros somos tan gilipollas que además nos lo creemos. Entre el fundamentalismo religioso de la derecha y la corrección política de la izquierda, el arte escapa a uña de caballo, más bien a pluma de Pegaso, para salvar a Belerofonte de la atracción seductora de Estenobea, esposa de Preto, rey de Tirinto. La Quimera, mientras tanto, suelta.

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