domingo, 17 de noviembre de 2013

(Continuación 1) LA COSA DE LA POLÍTICA

La cosa de la política 1
No para ahí la cosa, porque si los anticuerpos se fijan en determinados tejidos, hay tantos, tejido familiar, tejido educativo, tejido económico, tejido religioso, tejido homoerótico, tejido industrial, tejido agrícola, tejido de autonomías e independencias, tejido de mujer trabajadora, tejido de violencia de género, tejido de terrorismo, tejido militar, tejido de culebroneras, culifinas y culimajos, tejido de televisión analfabeta y culigorda, tejido deportivo con su dopaje y sus engañifas, tejido de salsas rosas y grasientas, decía que si los anticuerpos se fijan en determinados tejidos la liamos gorda, porque aparece entonces una alergia tisular que se manifiesta en erupciones y en eccemas que dejan la piel social y ciudadana convertida en un desastre enrojecido en el que la comezón no deja de levantar manos y pancartas y el picor insoportable no deja de abrir bocas y de lanzar invectivas, insultos y descalificaciones. Y eso si, en determinados estamentos, no entra además asma bronquial y problemas digestivos y hasta oculares y nerviosos, que también son reacciones peculiares desencadenas por alérgenos (políticos). La política. La cosa política. En qué ha quedado la política. Si dijera que odio la política, tal vez más de uno se llevaría las manos a la cabeza y me señalaría ferozmente con el dedo, como a individuo peligroso y oscuro. Sin embargo, creo que sí. Odio la política. Es decir, odio el conjunto de hechos, el entramado a través del cual quieren hacernos creer que ‘eso’ es la política. El relativismo sofístico acuñó una frase de Gorgias: «Yo creo que si alguno pidiera a todos los hombres que reunieran en un punto todo cuanto cada uno piensa que es inconveniente y luego pidiera de nuevo que cada cual retirara de aquel montón lo que piensa que es conveniente, de seguro que no quedaría allí ningún trozo, sino que todo hubiera quedado repartido entre ellos». Antifón proclama que es lícito traspasar la ley: se puede hacer tranquilamente con tal que nadie lo advierta.
(Continuará)

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