domingo, 17 de noviembre de 2013

(Continuación 2) LA COSA DE LA POLÍTICA

La cosa de la política 2
Resulta cuando menos sorprendente que pensadores de unos siglos antes de Cristo apostillaran con frases tan contundentes la actualidad en la que ahora mismo nos movemos, inicios del siglo XXI, más de dos mil años después. Todo para subrayar la idea de poder. La política no es para relacionar a los hombres con los hombres. Esa era la inocencia de Aristóteles. La política es para resaltar la naturaleza del más fuerte. Sólo los débiles se inventan costumbres y leyes para protegerse con ellas. La cultura democrática recoge estas ficciones y pone así límites al poder de los fuertes. Estas ficciones las desarrolla Maquiavelo. Para él, la base del obrar político no es lo que debe ser, sino lo que es, lo que presenta la realidad diaria. Y la realidad diaria demuestra trágica, sangrientamente, que los hombres son malos.  De ahí entresaca los principios fundamentales de la política. La utilidad política queda constituida prácticamente en norma absoluta, lo que da pie a la escisión tremenda entre política y moral. Priorizando lo escuetamente político, es decir, la técnica política, concluye Maquiavelo que «el hombre que quiere en todo hacer profesión de bueno, ha de arruinarse entre tantos que no lo son». El Estado y sus leyes no son más que una convención en la que los ciudadanos se ponen de acuerdo para protegerse unos contra otros. (Continuará)

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