miércoles, 12 de mayo de 2021

 

CONDUCE COMO PUEDAS

            JUAN GARODRI

 

Aunque ya tenemos Autovía Plasencia-Coria-Moraleja, no está demás recordar aquellas noches en las que conducir por estos andurriales de carretera comarcal se convertía en un acto arriesgado. Ocurría en el año 2009. 

La semana pasada hablaba de la carretera Ex-109. Plasencia-Coria-Moraleja (una de las cuatro vías con más tránsito automovilístico de Extremadura, según dicen)-Perales del Puerto-límite con la provincia de Salamanca. Vuelvo a lo mismo. Mis alucinaciones circulatorias.

Esto de conducir se ha convertido en un ejercicio arriesgado que no lo era antes. Obviedad.  Lo recuerdo porque las cosas obvias se olvidan fácilmente. Pero si circulas al empezar la noche por la citada carretera autonómica, tus ojos se convierten en un par de cojones de mico. Lanzas al cielo los gritos de la eyaculación imprecatoria y te ciscas en el tipo o tipa que te viene de frente, se te echa literalmente encima con un solo ojo, cíclope motorizado y mitológicamente malformado porque el ojo no lo tiene en la frente sino en uno de los laterales. No sabe bien usted, puede creerme, la exagerada cantidad de coches tuertos que circulan de noche, los muy ciclopeones.  Otros hijos de ruta te escupen la luz larga, y la mantienen, a pesar del tímido y fugaz aviso luminoso con que tú los adviertes. Y no digamos nada de los desaprensivos (uso palabra suave) que, con las luces altas y ostentosas, depredan asfalto y desafían el castañazo al que casi obligan al que les viene de frente. 

Pero ¿y las flamantes máquinas de altivos potentados, tecnología punta y al menos doscientos y pico de caballos, esos nuevos ricos de los coches de más cuarenta mil euros, repletos de seguridad activa y pasiva? Estos tipos chulescos te rajan las pupilas con sus potentes faros bi-xenón, orlados de diodos lumínicos que les permiten ver perfectamente la calzada a lo lejos, pero a ti te destrozan los pocos bastoncitos que alimentan la pigmentación visual de tu retina, y te caducan la visión nocturna. ¡Plaf! Ciego durante varios, interminables segundos, suficientes para darte la moña. Y que avisen al 112.

Así que habrá que soportar el sublimado corrosivo de quienes piensan que la calzada es suya y, si van detrás de ti, te persiguen con  ráfagas luminosas porque hay que ser huevazos para circular a 100 kilómetros por hora solamente.

Sentado en un angelismo tal vez improcedente, pregunto: Durante la noche ¿dónde se hallan apostados los de Tráfico, tan prestos a la multa cuando la luz diurna nos hace tan visibles?

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