Tomaba un Resalso en el Candilejas. Y me da por decir que uno de los factores de la
crisis es la astillada situación de las Autonomías. En la barra del bar, a una
distancia de cuatro clientes, se encontraba el amigo cagaleches. Alzó la voz y
me dijo, Te dejas influenciar por el Marianín. Lo llaman Rajoy, contesté, y
además no me dejo influenciar, no me gusta la palabra, si acaso me dejaría
influir. Déjate de bobadas palabreras, me dijo, y ten en cuenta una cosa:
sin Autonomías España no sería España. España no sería la ruina que es España,
le dije. Expresas ideas antidemocráticas y antiprogresistas, continuó, te dejas
influenciar por la derechona y sus medios. En ti también influyen los medios
televisivos y periodísticos izquierdetas, respondí. Pero hay una diferencia, dijo, los
medios de izquierdas son sensatos y veraces, los medios de derechas deforman la
realidad para favorecer la gran banca. ¡Ah!, dije, con que se trata de adoptar actitudes maniqueas, lo mío bueno, lo tuyo malo. Estás
desenfocando la cuestión, me dijo, porque tratábamos de las Autonomías, del
progreso que ha supuesto la descentralización. ¿Y para qué queremos un progreso
que nos arruina?, dije, haz un esfuerzo mental y considera la deuda oculta de
Ayuntamientos y Autonomías. Con la crisis, esa deuda ha aumentado un 63 %, lo
que no es moco de pavo ni tocino de oveja, dicho lo cual es defendible
razonablemente rechazar las duplicidades entre el Gobierno central y el
autonómico. Qué duplicidades, dijo, no hay duplicidades, lo que hay es una
correlación interna que proporciona fluidez en las tramitaciones y negocios.
Permíteme, respondí, que me parta de la risa, aunque risa floja, claro, para
que no me taches de antipatriota y acomodador del desprestigio del país. Pues a
eso hueles, dijo, porque la pretensión de hundir las Autonomías es el reflejo de
un incomprensible deseo de desequilibrio patriótico. No pretendo hundir el
país, pretendo restaurarlo, dije, las Autonomías fagocitan los recursos
necesarios para superar la crisis.
Permanecimos callados, un poco aturdidos de perorar. Te invito a otro vino. Y llamé al dueño. Chuchi, otro Resalso.
Nada, Juan. Es la lucha diaria contra la ignorancia y la ceguera, no los vas a convencer. Quizás todo es cuestión de seguir tomando más resalsos en casa de Chuchi y predicar las "bondades" de las santas autonomías, a ver si por llevar la contraria te salen por el otro lado.
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