martes, 19 de junio de 2012

LA OBSCENIDAD

Me acusan de obsceno. ¿Tan duro he sido en mi crítica contra la guerra y contra los mandamases de la guerra? Yo sólo he pretendido manifestar mi opinión contra la guerra de Siria. Y contra China y Rusia, que la defienden (defienden sus propios intereses), y contra Occidente, que la rechaza de boquilla (también vende armas). Dije: ya está bien de que jueguen con nosotros: ¿Hasta cuándo vamos a estar chupándonos la polla?
Así que se me revuelven las tripas ante las hipócritas sandeces de los mandamases, y gargajeo y escupo sobre la obscenidad de la  venta de armas. Afirmo que la obscenidad de la guerra consiste en que los mandamases  pretenden hacernos creer que ellos actúan en nombre nuestro para evitar el genocidio,  y va la gente y se lo traga. Sólo pretenden aprovechar la guerra para probar su nuevo y sofisticado armamento y, de paso, vender armas y prestar dinero para la reconstrucción de países cuya destrucción ha provocado la venta de sus armas. ¿En qué cosiste mi obscenidad?, pregunto. Y va uno y me dice al oído, coño, lo obsceno está en que al final del artículo escribes lo de la polla, hombre, que hasta cuándo vamos a seguir chupándonos la polla. Muy feo. 

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