(Des)protección de datos personales |
La "operación Pitiusa" lo ha descubierto. Una extensa red para la obtención y venta de datos personales. De cara al exterior, la intimidad se asienta en los datos.
Tus datos son tu afirmación. Uno es nadie si carece de esa tibia
alcoba de los datos personales. Propia y personal
protección. Si se derrumba, te
diluyes en la nada. Tu lugar y fecha de nacimiento, los nombres de tus padres. (Su esfuerzo por criarte acude siempre a tu recuerdo). Y más datos, si estás casado o soltero,
divorciado, separado o emparejado, si viajas al extranjero o veraneas en el
Pirineo aragonés, si tienes dos hijos y dos hijas, o uno y una, o ninguno, tu
profesión, tus aficiones, tu declaración de la renta, y hasta la marca de coche que compraste hace dos años,
dónde trabajas, qué categoría profesional es la tuya, de qué poder adquisitivo
disfrutas. Todos tus datos, toda tu intimidad volando por ahí, toda la amplitud
de tus obsesiones, de tus aficiones, de tus devociones, de tus adquisiciones,
todas las cicatrices de tus apegos y fidelidades, toda la interioridad de tus
desvaríos, todos aparcados en las bases de datos de no se sabe quién,
diseminados en las agendas de cientos de casas comerciales, tus datos en el
aire, y tú con el culo a las goteras. Quién coños difunde mis datos, quién negocia con ellos, quién saca tajada de ese rastro de mí mismo que he ido dejando a lo largo de la vida por las
covachuelas oficiales, por los garitos institucionales, por las agencias y
organismos. Qué hijos de puta comercian conmigo.
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