Que la meditación espiritual produce
beneficios psicológicos es cosa sabida desde antiguo. Las personas de vida
contemplativa adquieren la paz interior porque “creen” en los efectos de la
meditación. El creyente busca, con la aceptación (fe) de una realidad
trascendente, la interpretación de la realidad circundante. El problema del
dolor, de la injusticia, del sufrimiento de los inocentes, del mal, encuentra
así una interpretación que tranquiliza y sosiega. Ese es el fruto de la
meditación espiritual. Otros buscan la interpretación tranquilizadora de la
realidad en el budismo o en otras filosofías de la vida. Y también encuentran
sosiego. Como las monjitas con sus rezos letánicos. Paz y tranquilidad.
Y puesto ya en plan de didactismo benefactor, prefiero cien veces la
frase-ejemplo de meditación espiritual «Dios es amor», tan vacía de contenido según
muchos, a la estupidez televisiva de Eva Noche: «La vida es un pedo que suena
por dos y huele por tres», ejemplo apodíctico de meditación secular. Aunque
puede que haya alguien (muchos) a quien tranquilice la roña escatológica de la ordinariez.
Que le aproveche.
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