viernes, 27 de julio de 2012

MICRORRELATO DE LA QUINCEAÑERA


Las quinceañeras quisieran parecerse 
(yo también he querido parecerme) 
al rostro angelical de Clémence Poésy. 
Volar, como ella, sin la escoba de la inocencia. 
Es inocente, no requiere la inocencia. 
Es turbia, no precisa ser transparente. 
Es transgresión revestida de blancura. 
Por eso los ojos del pecado no son tan oscuros ni maléficos, son ojos más azules y hermosos que aquella rebeldía de los arcángeles, los que se opusieron a la claridad.

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