El relativismo sofístico acuñó una frase de Gorgias: «Si alguien pidiera a los hombres que reunieran en un punto todo lo que cada uno piensa que es inconveniente, y luego pidiera que cada cual retirara
de aquel montón lo que piensa que es conveniente, de seguro que no quedaría
allí ningún trozo, porque todo hubiera quedado repartido entre ellos». Antifón
proclama que es lícito traspasar la ley: se puede hacer tranquilamente con tal
que nadie lo advierta.
Resulta sorprendente que pensadores de unos siglos antes de
Cristo apostillaran con frases tan contundentes la actualidad en la que ahora
mismo nos movemos, inicios del siglo XXI, más de dos mil años después. Todo
para subrayar la idea de poder. La política no es para relacionar a los hombres
con los hombres. Esa era la inocencia de Aristóteles. La política es para
resaltar la naturaleza del más fuerte. Sólo los débiles se inventan costumbres
y leyes para protegerse con ellas. La cultura democrática recoge estas
ficciones y pone así límites al poder de los fuertes. Estas ficciones las
desarrolla Maquiavelo. Para él, la base del obrar político no es lo que debe
ser, sino lo que es, lo que presenta la realidad diaria, la utilidad. De ahí entresaca los principios fundamentales
de la política. La utilidad política queda constituida prácticamente en norma
absoluta, lo que da pie a la escisión tremenda entre política y moral.
Priorizando lo escuetamente político, es decir, la técnica política, concluye
Maquiavelo que «el hombre que quiere en todo hacer profesión de bueno, ha de
arruinarse entre tantos que no lo son». El Estado y sus leyes no son más que
una convención en la que los ciudadanos se ponen de acuerdo para protegerse unos
contra otros.
«Dios crea solo individuos, no naciones», dijo Benedictus de Spinoza.
¡Ahí lo ha dao! Primero, que tengamos que concluir "la escisión tremenda entre política y moral" y luego, que de lo que se trata es de que los ciudadanos se pongan de acuerdo para protegerse unos contra otros. Mira, yo me escondo en mis ensoñaciones y mis fantasías (y mis vinos)
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