viernes, 23 de agosto de 2013

LOS ANALFABETOS

Bueno, Ángel, amigo, no sé qué hubieran dicho Brad Pitt y Anthony Hopkings, los de Conoces a Joe Black, acerca del poder igualatorio de la muerte si hubieran leído la entrada que ayer colgué en este blog. Sí sé, en cambio, la rajada que un anónimo tip(ej)o analfabeto, digamos, me ha largado así por las buenas. Me ha colgado el sambenito de misógino y machista. Sólo porque la entrada termina con la frase "Todos los hombres". Cuándo aprenderán estos imbéciles que el masculino y el femenino, atribuidos al hombre y a la mujer, tan solo conforman un accidente. Constituyen pues una oposición gramatical, no una oposición biológica. No se trata, por tanto, de una cuestión de sexo sino de género. La oposición macho/hembra responde a una diferenciación biológica (sexo), como dije. La oposición masculino/femenino responde a una oposición de género (gramatical). Si aceptamos esto (solo los analfabetos no lo aceptarían, y digo 'analfabetos' porque llamarlos 'indigentes conceptuales' resultaría cursi), concluiremos sin remedio que los nombres carecen de sexo, característica exclusiva de los seres vivos. En consecuencia, se "atribuye" a los seres sexuados machos el género masculino y a los seres sexuados hembras el femenino. Lo que no significa que el masculino o el femenino tengan que ser macho o hembra. Esta fluctuación es reconocible en cualquier idioma. Para nombrar idéntico objeto, el español dice el coche (masculino), el francés dice la voiture (femenino) y el inglés dice the car (ni masculino ni femenino), pero ya se sabe que los ingleses se las gastan así. En fin, que si andamos con la gilipollez de cabrearse porque gramaticalmente el masculino absorba a los demás géneros, pues como que yo también voy a cabrearme y a llamar a voces al policío del esquino.

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