Es posible que alguien ponga en duda la existencia de la
alarma social. Le sugiero que charle con el ciudadano de a pie,
alejado de los tejemanejes políticos y preocupado por la subida del pan, del
pollo y de los huevos. (La subida de los huevos obedece a eso, a una subida, no
a que hayan crecido más de la cuenta los varones españoles).Una duda más
celtibérica que hamletiana barre las aceras, se instala en los domicilios y
acuchilla las neuronas dubitativas, si se me permite la alegoría. El
racionalismo de Descartes utilizó la duda como punto de partida, la duda
absoluta, además. ¿Qué se puede admitir como cierto? ¿Las opiniones que se
escuchan a diario en la cosa mediática, las que se leen en los periódicos? ¿Las
declaraciones de nuestros políticos gloriosos? «Supondré, dice Descartes, que
un genio maligno ha empleado toda su industria en engañarme y que se ha servido
de las cosas exteriores para tender lazos a mi credulidad». Rajoy asegura que gracias a sus recortes y a la reforma laboral España saldrá de la crisis. Rubalcaba describe como cierta la deriva en que zozobra la
economía española. Uno de los dos no tiene razón. ¿O la tienen ambos? ¿O no la
tiene ninguno? No se puede estar al mismo tiempo tocando las campanas y en la
procesión, decían los antiguos. No se puede soplar y sorber, dicen los
jubilatas. El gentío se alarma,
particularmente el gentío de regiones “pobres”, como la nuestra, porque el
Gobierno entrega a Cataluña más del 25% de lo que le corresponde por cuota
autonómica. ¿Tendremos que hacernos independentistas, arrojarnos a la piscina
de la inmersión lingüística (implantar el castúo en las escuelas y en las
oposiciones de la Junta ),
izar solo la bandera extremeña, reclamar la resurrección de nuestra escasa
memoria histórica y montar como sea una selección extremeña de fútbol?
Y estamos ahora en el 2017, diciembre, cuatro años despues de escrito este post y las cosas se muestran peor todavia. Y para mas inri tenemos que sportar el fascismo independentista, disfrazado de izquierdas y progresista ( o hasta revoluciionario ) cuando es todo lo contrari. Ya no reina la razon sino el delirio mesianico.
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