Me reí como si hubiera escuchado un chiste. No era un chiste.
El maltratador que rompe los dientes a la mujer de un puñetazo. Cada diente por su sitio. Vuelan los dientes. El juez que rebaja la pena al maltratador. Los dientes rotos no son naturales: son postizos. Prótesis dentaria no merece pena mayor.
Reflexión: ¿Fundamentos judiciales? ¿Humillación de la mujer maltratada o minusvaloración de la dentadura? ¿Acaso, vive Dios, la naturaleza de los dientes puede competir con la dignidad de la persona?
Mis prejuicios me condicionan: 1. Aquel juez que absolvió al violador porque la chica llevaba pantalones vaqueros. 2. Aquel juez que falló contra la empleada de hogar (quería aumento de salario) porque los modernos electrodomésticos simplifican notablemente el trabajo. 3. Aquel juez que condenó al pago de 3.000 euros al hideputa que abandonó a la abuela en la cuneta. 4. Aquel juez que condenó al pago de 30.000 euros al que abandonó el perro en el descampado.
Las sentencias de los jueces no son chistes.
Tienen que procurar sus señorías hacernos reír con menor frecuencia.
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