viernes, 9 de enero de 2015

SOMATIZACIÓN NEGATIVA A CAUSA DE LOS REYES MAGOS

Yo es que me somatizo negativamente con esto de los Reyes Magos. Porque a ver quién justifica, digo yo, la aparición de juguetes(?) tan pavorosos como los ‘yugulator’, ‘violator’, ‘depredator’ y otros artefactos semejantes que los reyes de oriente con cara de Kung Fú amarillo exportan en camellos galácticos y en renos siderales para depositarlos en el angelical zapatito infantil. De esta forma, el angelical zapatito infantil se transforma a todo meter en anticipadas dosis de perversidad y mala leche con  las que se pueda fastidiar al enemigo y conseguir que Pepito muerda el polvo.
Y la madre, esa culebronera del quinto que recibe siempre al butanero con la arrogancia de las ondulaciones mientras el culo se le hace calisay al observar las miradas que el mozo le dirige a la pechuga, la madre, digo, muestra orgullosa a las vecinas el ‘violator’ que los reyes magos de oriente de China y Taiwán le han traído a su niño, mi amor, para que adviertan lo libre de prejuicios y lo desinhibida y lo moderna que es ella en estos umbrales del siglo. Y las vecinas observan, con cierto estupor embadurnado de misterio fisiológico, cómo el ‘violator’, pertrechado en su vehículo lanzamisiles, se encrespa y se endurece dentro de la simulación icónica y fálica que lo representa.
Y el padre muestra a los compinches cerveceros el ‘yugulator’ que los magos de oriente de China y Taiwán le han traído a su hijo, que es la hostia, tío, y se parten de risa al observar las piruetas agónicas de la víctima cuya cabeza ha introducido su hijo (aprendiz de verdugo tal vez superdotado)  en el agujero mortal de la unidad de tortura para que el enemigo se joda y se retuerza hasta que casque y deje allí el pellejo.
Y el tío Carlos, ese pesado insoportable que se ha pasado la noche de Año Viejo  asegurando a la grey familiar que en este país nadie tiene un euro y que lo de la justicia y la corrupción y la delincuencia y las cárceles son una vergüenza nacional y una mierda, el tío, digo, va y le regala al niño un artilugio que simula, a escala real, una pistola Smith & Wesson, y ensalza la puntería infantil cuando el angelito atraviesa una manzana colocada en la cabeza de Troski, el perro. ¡Cómo mola!
Ya sé que puede parecer exagerado lo que voy escribiendo. Y admito que tú y otros muchos regaláis libros y juguetes didácticos a los hijos, mira qué bien. Pero no por ello es menos cierto. Y aunque, según dicen, roza los límites de la obscenidad la manifestación ostentórea de los sentimientos, proclamo que odio la violencia con la misma intensidad que cualquiera que odie la violencia.

Moraleja: deseo con todas mis fuerzas que los reyes magos de oriente bélicos naufraguen cuando crucen el Océano Índico. Y que, sin violencia, en medio de las olas luminosas de la publicidad, se ahoguen mansamente. Por lo menos.

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