Me amaba falsamente. Alzó los brazos para atrapar todas
mis horas. Se nutrió de minutos para sentir la porcelana tibia de mi noche. Mas
todo sucumbía en el pozo diario de la nada. También alcé los brazos para
atrapar su tiempo. Pero el tiempo es pequeño. Un breve puñado de minutos que se
escurren como el agua se escurre entre los dedos. Ese tiempo pequeño la abrazó
ferozmente y la sedujo tenaz hacia la nada.
Estaba tan contenta en el vacío: su alegría manaba de los sueños que me
hacen imposible.
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