domingo, 3 de octubre de 2021

 (Un artículo antiguo - lunes, 24 de marzo de 2003)


ALBA  PLATA

JUAN GARODRI

 

 Ante la amplia información de las páginas de los periódicos y de las pantallas televisivas, ante el despliegue tipográfico de los suplementos especiales y de las conexiones vía satélite, ante los números extraordinarios y los programas especiales en torno a la crisis de Irak, parece algo así como traición informativa, apostasía o prevaricación, ponerse uno a hablar de algo distinto a la guerra.

Ante la repugnancia que me provoca esta guerra, casi no me reprimo y me veo morado para aguantar las arcadas que me revuelven las tripas, para soportar ese violento maremoto intestinal que provoca la náusea impelida por el repugnante virus del asco. La náusea me provoca una vergüenza inconmensurable y eleva sin parar mis cotas de adrenalina que (por muy levógira y cristalizable que sea) provoca en mi cerebro una especie de aturdimiento abochornado, cabreado y confuso, de modo que me avergüenzo, ahora mismo, de ser occidental, europeo, español y libre.

Y, sin embargo no voy a hablar de la guerra. Porque el sábado, día quince, prometí a algún colega dedicar la próxima ‘Tribuna’ a Alba Plata.

Cuando recibí la invitación del Excelentísimo Señor Presidente de la Asamblea de Extremadura para asistir al viaje (Alba Plata: un camino para la creación), juro que los putrílagos de la petulancia iniciaron en mi interior un insospechado proceso de fermentación que convulsionó mis vanidades. No era para menos. La propia Asamblea me incluía en el canon de ‘artistas y escritores’ extremeños: esa era la razón por la que había sido invitado. Llamé a Machaco por teléfono: sus palabras me hicieron caer del guindo. A pesar de ser uno de los mejores artistas extremeños, Machaco posee el don del raciocinio de forma clarividente y humorística. No seas crédulo, me dijo, nadie va a reconocer tus cualidades, cada uno va demasiado pendiente de sí mismo como para preocuparse de los engreimientos ajenos.  Si quieres, vamos juntos, le dije. De acuerdo, me dijo.

Junto al acueducto de los Milagros, en Mérida, aparqué al mismo tiempo que lo hacía Teresiano Rodríguez. Nos saludamos y nos prometimos alguna parrafada. La mañana era soleada y limpia. La vieja geometría del acueducto se recortaba contra el azul blanquecino del Este. Me dirigí a Santos Domínguez y recordamos otros encuentros en algún jurado literario.  A juzgar por las tímidas y escasas actitudes saludadoras, la mayoría del personal apenas se conocía. Qué hacíamos allí aquella mezcolanza de rostros, de apariencias y de mentes (separado). )Qué opiniones sobre la creación y el arte cabalgarían las neuronas del gentío? No puedo evitarlo: ante situaciones semejantes, me gusta agujerear la mente de los circunstantes y averiguar el pensamiento que la habita, averiguar los milímetros cuadrados de opinión que la alimenta. Porque, no hay duda: las mentes de artistas y escritores son las mentes dotadas de mayor cantidad de opinión por milímetro cuadrado que puede uno encontrarse. Ay, amigo, si acudes a cualquier foro, apreciarás maravillado que existen tantas opiniones sobre la calidad del arte o de la literatura como asistentes al acto, y aún más, porque algunos (y algunas) emiten opiniones diferentes según hablen al principio o al final. Y así, los enchaquetados, e incluso encorbatados, afirmarán con contundencia que el realismo, la disciplina y la vuelta a los conocimientos de siempre constituyen la base imprescindible para desarrollar un proceso artístico de calidad. Los enjerseizados y entrencados, por el contrario, afirmarán con solvencia que la tecnología, los ordenadores y las conexiones a Internet definen los itinerarios artísticos actuales, y no otros. Los barbudos y encazadorados expondrán con displicencia que solamente el progreso y sus referentes bimilenarios pueden capacitar una posición artística de calidad dentro de un acuerdo marco docente y pluralista.

No sé, aunque los viajeros no excedíamos de cincuenta, me pareció que algunos ejemplares constituían grupos indefinidos, no bandas, por supuesto. El grupo tiene en común la similitud, la reunión voluntaria para iniciar la búsqueda de lo semejante. El grupo funciona como una reducida concordancia de actitudes en la que un integrante puede conseguir con relativa facilidad una imagen para salir del anonimato. No creo que yo lo consiguiera, salvo que se considere salir del anonimato las amables y breves palabras de despedida que me dirigió Elías Moro y las que me dirigió don Manuel Veiga al principio de la cena: )Eres Garodri? Me dijo, Sí, respondí, Leo tus artículos, dijo, Gracias, respondí. El ego se me infló como un globo a punto de estallar. En fin, el placer de formar parte del grupo proviene de la exigencia de adaptarse a unas reglas de pensamiento y de conducta. En este sentido, todos nos sentíamos dúctiles, con fácil capacidad de adaptación a la incesante labor de pastoreo de Pilar Mayoral que, más que una guía previsora y experta, fue para los viajeros una madre, según afirmó Castelo en los brindis, al final de la cena.

Como el viaje por el tramo cacereño de la Ruta de la Plata (la información de Prensa ya ha relatado los pormenores)  era de creación, pues creé algo. Esto:

 

Ab Emerita Asturicam. La Ruta de la Plata.

A quince días de marzo del año dos mil tres.

En autobús, viajamos artistas y escritores 

(que somos eso, dicen,) para espantar el tedio

de nuestra Extremadura, tan amada y tan vieja. 

Acompaño a Machaco, que pinta caracoles

y esculpe minotauros y toros y doncellas 

perdidas en la inquieta rectitud de las líneas.

Yo escribo cuatro cosas en el HOY, los domingos,

y por eso me invitan al autobús que surca

la Ruta de la Plata como un velero cómodo

de la tecnología. Escritores y artistas,

dicen que somos eso, enfrentados al brillo

de la inmortalidad. Las piedras derruidas

de Alconétar y Cáparra nos ponen en el sitio 

que ya nos corresponde: la ruina que alimenta

venas y petulancias de jardines de agosto.

 Recuerdo, en consecuencia, sin heridas a nadie,

que el tiempo desconoce, con su conocimiento, 

que escritores y artistas, eso dicen que somos,

poseeremos la noche y no seremos nada.

 

 

 

 

 

 

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