lunes, 5 de abril de 2021

             

                    CRÓNICAS DE RADIO POPULAR

                                    DESDE CORIA


              El tributo del río Alagón.

        Un joven perece ahogado frente al Puente Viejo.

 

18 de mayo de 1969

 

 

  El río Alagón, afluente del Tajo, deja que sus aguas fluyan tranquilamente a su paso por Coria. El cauce es llano y desde la altura de la muralla contempla uno la inocencia de las aguas, fuente de riqueza para las hectáreas y hectáreas de regadío que se nutren de ellas. Aguas mansas, cristalinas, camino de Lisboa, indiferentes y orgullosas. Aguas del Alagón, con fama de traidoras, que cada año engullen con parsimonia algunas vidas humanas.

Y este es el objeto de la crónica. Ayer, día 17, a las 3 de la tarde, el alagón tragó su primera víctima de la temporada. José Antonio Moreno Robleda, de 20 años, recién entrado en quintas, obrero eventual en paro forzoso, había preparado su caña de pescar. Era una caña humilde, sin carrete lanzador japonés de última moda, y con boya de corcho. Pero su imaginación capturaba piezas hermosas que abanicaban el agua con la cola, al tiempo de ser cobradas. No pudo. Le fue imposible.

Justamente frente a la catedral y el puente Viejo, unas máquinas excavadoras perforan sin cesar el fondo del río para extraer grava que se utiliza en las construcciones. Cerca de la orilla, el cauce tiene hoyas de hasta seis y siete metros de profundidad. Hoyas peligrosas, calderas interminables de lodo. José Antonio Montero había bajado con su padre a pescar. Lo hacían junto a una de estas máquinas excavadoras.

De pronto, el muchacho, voluntarioso, decidió tomar un baño. Ante los ojos de su padre se lanzó al agua. Nadó un trecho de unos diez metros río adentro. Aquí comenzó a agitarse y a dar saltos sobre el agua. En uno de ellos se sumergió y no ha salido aún. A la hora de grabar esta crónica, el cadáver aún no ha sido recuperado. Los equipos de salvamento, deficientes y rudimentarios, no han podido hacer nada debido a la crecida que arrastra el río, ya que ayer era día en que el pantano de Gabriel y Galán suelta aguas por su represa de Valdeobispo.

Pobre muchacho, víctima impensada del agua aparentemente tranquila. El día «32 de diciembre», como dice Cabodevilla, llegó para él de pronto e inopinadamente, como un mes extraño al que por arte de magia se le hubieran alargado los días. Eterno «32 de diciembre» puesto ayer en el tiempo por las aguas del río Alagón, fuente de riqueza a veces, a veces fuente de tragedia.

 

Desde Coria, para Radio Popular de Cáceres, J.G.

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