CRÓNICAS DE RADIO POPULAR
DESDE CORIA
La romería.
Perorata
del cronista exasperado.
14
de mayo de 1969
A
las 12, en el pórtico de la ermita se celebró la santa misa con homilía del P.
David Fernández, jesuita, que había predicado también el novenario.
Seguidamente tuvo lugar la procesión en torno de la ermita, para efectuarse
después las “pujas” que algunos entablan movidos por alguna promesa para entrar
sobre sus hombros la imagen de la Virgen y llevarla hasta el camarín. Mediada
la tarde, se reza el rosario y se canta la salve. Los grupos se reúnen para el
regreso a la ciudad. Los motores de explosión sustituyen a los caballos enjaezados
de hace años, y los “golosos” —como aquí llaman a los asistentes a la romería—
regresan a Coria.
Y
eso es todo. Mejor dicho, no es todo. Me he limitado a reseñar lo que podíamos
catalogar como “actos piadosos”, pero me quedaba en el tintero lo otro. Y voy a
decir también lo otro.
Lo
otro es que las romerías —hablo en general— han perdido la finalidad principal
por las que se convocaban, es decir, el culto a Dios y la veneración de la
virgen o los santos.
¿Por
qué, entonces, habrá que mantener como motivación religiosa unos actos
oficiales, oficiales entre comillas, en los que el culto a Dios ha pasado a
lugar secundario y en los que mantienen la iniciativa la feria, la charanga, el
folclore desgastado, el alcohol y, digámoslo sin tapujos, la “juerga” con todo
su significado peyorativo y populachero?
Dice
el Vaticano II en su Constitución Dogmática sobre la Iglesia, cap. 67, «que la
devoción a María no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni
en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica que nos induce a
reconocer la excelencia de la Madre de Dios y a la imitación de sus virtudes».
Por
tanto, si mientras se celebra la acción litúrgica la mayoría de la gente
permanece en los tenderetes laterales al santuario, sin prestar la menor
atención al acto religioso y bebiendo en abundancia y alborotando, no hay fe.
No se imitan las virtudes de la Virgen, tranquila, reposada y casta, en un
“party” muy estilo USA, en el que el mutuo respeto entre ambos sexos se ha
pasado de rosca.
Los
actos religiosos también tuvieron sus piadosos asistentes, pero menos. También
hay gente con fe y con espíritu cristiano. Si he levantado el dedo para
señalar, ha sido con el fin sano de que se corrija lo corregible y se evite lo
evitable. Responsables hay a quienes corresponde esta acción positiva.
En
una palabra, que una fiesta cristiana no debe tomarse como pretexto para una
diversión profana. Y si se quiere romería profana, hágase sin fiesta religiosa.
Desde
Coria, para Radio Popular de Cáceres, J.G.
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