Es evidente que en la belleza de
la frase «Tus dientes son perlas» la asociación imaginativa consiste en
atribuir a los dientes las magníficas cualidades de las perlas. Góngora o Garcilaso, no recuerdo, y Píndaro y Petrarca y Pierre Ronsard, utilizan la metáfora para exaltar la belleza de la mujer. Los políticos no. Los políticos utilizan la metáfora para exaltar las corruptelas.
La conclusión a la que llega el ciudadano interesado en el
asunto es que estamos rodeados de metáforas políticas, quizá porque el político
es un ser esencialmente metafórico e imaginativo. En la época de las vacas gordas, hace pocos años, se hablaba de la «ETA del ladrillo», metáfora de estructura determinativa y
metonímica, tipo B de A, para designar la relación de corruptela asamblearia
que puede establecerse entre una organización supuestamente corrupta (algunos
posibles miembros de la
Asamblea de Madrid) y el ladrillo (algunos miembros de la
especulación inmobiliaria). Con todo, yo me quedo con una metáfora peyorativa,
tipo A de B, pero de estructura perfecta: «Política de mierda». Porque las
metáforas no sólo se utilizan para exaltar la belleza. Ahí están los políticos,
con cráneos privilegiados repletos de metáforas no precisamente bellas. Así que
por la misma lógica anteriormente expuesta, habría que considerar metafórica,
aunque no bella, la frase «política de mierda» porque la relación entre el término
real ‘política’ y el imaginario ‘de mierda’ se concreta en la asociación de las
cualidades negativas de la mierda que en este caso se atribuyen subjetivamente
a la política.
(Puedo explicarlo mejor, pero es muy largo).
De todas formas has enmarcado una gran frase para que todos sepamos que hay un camino y un lugar en donde hay mucha gente, especialmente los de esa casta que apuntas y ellos deben darse cuenta, para el que hay preparado un destino.
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