jueves, 13 de febrero de 2014

LA TRAMPOSA HISTORIA DE LA CAMPAÑA CONTRA EL TABACO

En USA empezó todo. Década de los 90. Ya se sabe que en los Iunaitesteis todo es super-mega-desproporcionado. Y allí, si se ponen a permitir, pues permiten que todo el mundo lleve armas, por ejemplo, y que puedan comprarlas en cualquier tienda como si te compraras una camisa. Y no importa que la gente se mate, bueno sí les importa, supongo, o no. No sé.  Pero nunca el peligro mortal viene de las armas, siempre procede de quien las utiliza. Y allí, si se ponen a prohibir, pues prohíben a todo meter, como si la prohibición fuese el émbolo de un artilugio salvador. De manera que se volvieron medio locos prohibiendo el tabaco, que hay que mantener fuerte y vigorosa la raza, y lanzaron campañas de salvación universal e influyeron tenazmente en las naciones de la vieja Europa para que, a su vez, se ‘posicionaran’ decididamente contra el tabaco (peligraba, si no, el negocio de las importaciones). Y, al revés de lo que ocurre con las armas (que matan a otros), el peligro mortal no viene de quien fuma (que se mata a sí mismo), el peligro procede del tabaco, que es malísimo. Conclusión: hay que acabar con el tabaco.
Sin embargo, me quedo de piedra cuando leo que los auténticos ganadores en la “Guerra del tabaco” en Estados Unidos, fueron los abogados. Ellos promovieron la campaña, como campanuláceos jurídicos. Ya sabes que los abogados son en USA lo que aquí las castañuelas, o el chocolate con churros. De manera que les salen abogados por todas partes y son tan aficionados a los juicios que, por un tropezón en la vía pública, denuncian al Ayuntamiento. Bien. Me quedo de piedra, te decía, cuando leo que los abogados que trabajaron para los Estados en el contencioso contra las compañías tabaqueras cobraron una minuta de 14 millones de pesetas ¡por hora! Y que la industria tabaquera pagó unos treinta billones, has oído bien, treinta billones a 46 Estados como contrapartida por sus gastos de Sanidad. A cambio, los Estados se comprometieron a NO denunciar ante los tribunales, en lo sucesivo, a las compañías tabaqueras a pesar del perjuicio que el tabaco había ocasionado u ocasionase a la salud ciudadana.
Resumen. ¿A quién favoreció la campaña contra el tabaco? No sé. Pero, desde luego, en este obsceno asunto no sólo se pretendía salvar del cáncer de pulmón al personal. Hay otros a quienes resultó provechosísima la campaña. A los campanuláceos: «Plantas angiospermas dicotiledóneas, con hojas sin estípulas, flores de corola gamopétala y fruto capsular con muchas semillas y de albumen carnoso, como el farolillo y el rapónchigo». Que les aproveche.

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