miércoles, 29 de septiembre de 2021

 ( Un artículo antiguo - Domingo, 14 de marzo de 2004)

 

BUENO, MIENTO

JUAN GARODRI

 

 Mal día para un artículo. Las elecciones comprometen a mucho o no comprometen a nada. Preferiría no escribir. Elecciones. Allá van ellas, tan fumadoras, tan de mesa de café, tan niqueladas de luna negra y rosaquintanas, expertas en doñaletizias y carminas, bellas de cremas reparadoras, jóvenes con el auténtico radar antiarrugas, dejando tras de sí la estela del perfumado flechazo de los olores que seducen y se dejan seducir... Bueno, miento, son ellos los que elevan la toalla de la masculinidad, tan saturados de loewe y bemeuves, tan de cartera de negocios y deseos, tan inmersos en las pantallas del Windows XP Home Professional, más victoriosos que vencidos, nuevas fragancias del remake y del safari chic, tan vibrantes tras las rosas y el amor de una junior suite con champán y fresas.

Más que la realidad esto es un sueño, bueno, miento, aseguran en sus conversaciones repletas de exvotos fonéticos. Qué suave delicadeza el reconocimiento humilde de la mentira personal, ese deslizamiento firme para reconocer que uno/una es el más listo/a de la troupe porque admite en su ego un efecto como el de la mentira. Bueno, miento, afirman cuando cambian de idea en la exposición de la idea. No es un defecto esta mentira, es una especie de lítotes verbal habitualmente utilizada para negar ficticiamente lo que a todas luces se quiere sostener como cierto. Es un ejercicio casi metalingüístico e inconsistente, a veces, con el que el hablante pretende humildemente llevar la razón, al tiempo que previene que, si admite que miente, no es cabezonería rucia la base de su perorata puesto que hay ocasiones en que la realidad se equivoca. Lo advierte, se corrige y dice, Bueno, miento. (En el fondo, piensa que lleva más razón que un santo de los antiguos, que son los que siempre llevaban razón). Bueno, miento, hubo santos que adoptaron actitudes irrazonables. Ejem, ejem.

¿Mentirá Zapatero si, como afirma, puede que no consiga mayoría de votos? Bueno, miento, no es que Zapatero haya dicho que no vaya a conseguir mayoría de votos sino que, si no consigue esa mayoría, no gobernará. Quizá cuando lo ha afirmado tan rotundamente en tantos sitios, en tantas entrevistas, en tantos mítines, tendría que haber dicho, bueno, miento, no formaré gobierno si no consigo mayoría de votos a no ser que me obliguen mis compañeros de lista... «Gane o pierda yo soy el fuuuturo». Puede que Zapatero no mienta. Puede que, efectivamente, él sea el futuro. ¿Mentirá Rajoy cuando afirma que «quiero ser mejor que Aznar porque es lo que quiere Aznar y me lo exigirá la mayoría de los españoles?». ¿Quiere el personal a Rajoy porque lo quiere Aznar o lo quiere para que solucione los problemas del pueblo? Lo quiere. Lo quiero. La oxitocina y la vasopresina favorecen la formación de fuertes lazos de unión. Estas hormonas desarrollan la activación del cerebro hacia lo emocional y anulan la capacidad crítica.

Los partidos políticos saben que estos días de campaña electoral, ya pasados, han servido para darse un baño de publicidad. Ayudan a consumar la decisión de los indecisos. Los partidarios de un partido no han necesitado campaña electoral: siempre votarán a favor del anagrama que llevan bordado en el corazón, como una insignia epitelial.  Los partidarios de ningún partido resbalan por encima de eslóganes y consignas, por encima de una pista de hielo apolítica y desestimada. Los indecisos son pocos. Aseguran que alrededor de un cinco o un seis por ciento. Así que cualquiera de los dos candidatos puede conseguir la mayoría, bueno miento, la tendrán si consiguen la definición del escaso tanto por ciento de indecisos, de electores que no se definen, que pueden hacer que desaparezca una mayoría suficiente...

Las encuestas han oscilado como barquilla sin rumbo, pobre barquilla mía , aquello de Fray Luis, bueno miento, pobre barquilla mía entre las olas sola, porque puede quedarse a verlas venir cualquiera que no consiga atraer a los indecisos, bueno miento, al cinco por ciento de electores que se considera indecisos, porque si hacía cuatro meses, tanto tiempo, parece mentira cómo pasa el tiempo, estaban tan lejanas las elecciones, la guerra de Irak tan cercana y el chapapote tan negro, factura para ellos, el hombre del frac pasaría una factura castigadora y merecida, bueno miento, no tan merecida, porque el personal fue volviendo la vista atrás, cerrando los ojos.

(No puedo continuar. Mal día para un artículo, decía al principio, sin saber qué estaba ocurriendo en aquellos instantes. En este momento, 9’51 de la mañana del día más desgraciado para España y los españoles, 11 de marzo de 2004, la radio me informa del criminal atentado ocurrido hace unas horas en Madrid. Decenas de muertos. Centenas de heridos. Para qué escribir. Uno se queda sin palabras. Con tantas como se malgastan en la floristería verbal, ahora no tengo palabras. Me he quedado seco. Repentinamente. La sorpresa y el desconcierto, devenidos en rabia e impotencia, en un furor que se deshace en lágrimas, hacen que mis ojos se ensombrezcan. Gente trabajadora que iba a su curre diario, estudiantes que portaban en sus mochilas una ilusión de juventud y futuro, ciudadanos humildes que se dirigían a buscar la salud en los centros médicos. Asesinados. Quisiera lo peor para ellos, para los asesinos. Bueno, no miento, quiero lo peor para ellos. Quiero que cada uno les desee lo peor. Yo ya sé qué es lo que quiero para los asesinos, además de desearles lo peor. Malditos. Malditos sean.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario