Soy consciente de que piso un terreno resbaladizo, pero si uno
de los signos del progreso consiste en la educación cívica dime cómo y en qué
se educa hoy. La palabra educación aletea sobre las cabezas con ese
estado de levitación permanente que sólo poseen las abstracciones inútiles.
Libros, revistas, boletines, folletos informativos y currículos constituyen
campo propicio para su siembra y expansión. Ambiciosa e inmisericorde la
palabra educación y su vanidosa e insaciable familia léxica nos ahoga
como esa serpiente vengadora que estrangula el retorcido cuerpo de Laocoonte.
Quizá también nosotros hayamos profanado las palabras. Instituto de Educación,
Educación Secundaria, sistemas Educativos, itinerarios Educacionales, Educación
para la salud, psicología Educativa, Educación para la paz, sectores
Educativos, Educación sexual, sociología Educativa, marco Educacional,
Educación vial, patrimonio Educativo, Educación para la vida adulta,
sensibilización e implicación Educativa... Palabras y palabras y palabras. Las
frases quedan reducidas a la ceniza de las grandes palabras, a una utopía que
no tendría por qué serlo si la constante agresión a las paredes, al mobiliario,
a las personas, a la cultura y a las ideas pudiera erradicarse. Pero la
agresión no se erradica. Por el contrario, permanece viva, se desarrolla e
intensifica con esa presencia constante con que los gusanos germinan dentro de
un cadáver...
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