Hubiera preferido no dedicar ni media palabra a la campaña
electoral. El gentío está saturado de información campañera. No hay emisora de
radio, programa de radio, emisora de televisión, programa de televisión,
periódico nacional, regional o provincial, revista de información general o
científica o tecnológica y hasta artística y económica que no otorgue más del
cincuenta por ciento de su programación o índice de materias a la campaña
electoral y a las encuestas. El personal está informado de sobra. Así que voy a
referirme a la campaña con más pena que
gloria. Aseguran los psicólogos, tan de
moda, que jamás debe exigirse a los niños que cumplan su deber y engatusarlos
con premios por hacerlo. Pues bien, Cañete y Valenciano buscan el voto con
promesas —el premio— de empleo y pensiones, por ejemplo. Resulta superfluo
reseñar la abundancia de promesas que arrojan por su boca mitinera, tal como
los dragones góticos arrojaban fuego devastador. Todo el mundo las conoce, las
lee, las escucha, las aborrece. Para evitar la información repetitiva y
cansina, no se me ocurre otra cosa, al respecto, que transcribir un diálogo
para besugos.
(Acotación: La escena se desarrolla en un bar. Los
parroquianos beben cerveza y chatos de vino de 0,75. Junto a la barra, dos
ciudadanos dialogan, enfundados en sendos chaquetones políticos. Los
chaquetones son de bajo precio, comprados en el mercadillo de los jueves. Voces futboleras.
Trasiego de vinos y cervezas. Las tapas revolucionan los jugos gástricos y
aumentan el deseo incontrolado de beber. El logotono de un teléfono móvil se
orina junto a la barra. El gentío se sorprende y guarda silencio durante dos
segundos. A pesar del copiazo de Valle-Inclán, el logotono del teléfono móvil
vuelve a orinarse junto a la barra. Nadie le hace caso. Alguien juega en la
máquina tragaperras y el sonsonete de la musiquilla enturbia las
conversaciones. La chica de la barra oferta en una bandeja montaditos de anchoa y huevo cocido. Los dos
ciudadanos que dialogan se desabrochan el chaquetón político).
Uno.- Falta poco para las elecciones.
Otro.- Y tan poco: unos seis días.
Uno.- Pues yo no sé si votar o no. Las campañas me
desorientan.
Otro.- A mí tampoco me gustan las campañas políticas. Sirven
para poco.
Uno.- Hombre, una cosa es que desorienten y otra que no
sirvan.
Otro.- Ojo, no he dicho que no sirvan. He dicho que sirven
para poco.
Uno.- Una campaña electoral tiene que servir para mucho. Si
sirve para poco es que no sirve.
Otro.- Si no sirve es que no engancha.
Uno.- Si no engancha es que no convence. Y no convence porque
desorienta. A mí, tanta campaña me ha descolocado. Tanta promesa me resulta
irrisoria y las promesas irrisorias rozan la banda de lo grotesco.
Otro.- Lo grotesco sólo adquiere sentido en el circo.
Uno.- En el circo hay leones y payasos.
Otro.- Los leones rugen y atacan, los payasos hacen reír.
Uno.- Cañete es el candidato perfecto del PP: enchufado y
recomendado.
Otro.- Eso lo dice Elena Valenciano.
Uno.- Valenciano a tus valencias.
Otro.- Hay valencias que se utilizan en bioquímica.
Uno.- La química de la credibilidad. Salvo en los mítines.
Otro.- ¿A quién crees?
Uno.- A ninguno. Según se mire,
atendiendo a las recíprocas descalificaciones, ambos son malos. Luego los dos son malos.
Otro.- O no hay razones y los dos son
buenos.
Uno.- Las encuestas llenan el cielo de
España. Si Elena Valenciano y Cañete uniesen sus promesas y constituyeran un bipartito,
los españoles alcanzarían la salvación.
Otro.- No puede ser. Qué iba a ser
entonces de UPyD y de IU.
Uno.- No sé. Fabricarían pancartas y se
afianzarían como fuerza de choque para cubrir las grandes mayorías. Las grandes
mayorías que no les votan, supongo.
Otro.- De la misma forma que las
encuestas no constituyen un índice de exactitud sino de publicidad, los grifos
de Coca Cola no constituyen un índice de calidad sino de avaricia engañosamente
bella. Como las elecciones.
Uno.- González ganó aquellas elecciones
porque era un tío guapo, de nariz respingona. Y entonces la nariz respingona
encajaba perfectamente con la pana.
Otro.- Elena Valenciano es más guapa que Cañete y además se enfrenta a su machismo.
Uno.- Y Cañete es aficionado a la
bicicleta, lo cual que potencia mucho lo español.
Otro.- Como los desfiles de las
pasarelas que sin cesar coloca La 1 en los telediarios.
Uno.- ¿A pesar de las tetas al aire y
los globitos gluteales?
Otro.- A pesar. Lo español es lo
español.
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