Los Príncipes de España visitan Coria.
Don Juan Carlos y Doña Sofía veneran el Mantel de la Última Cena.
4
de mayo de 1969
La
festividad de la Invención de la Santa Cruz, que se conmemora el día 3 de mayo,
se celebró siempre en Coria con gran solemnidad por ser el día dedicado a la
veneración de las reliquias de los santos que se guardan en la catedral. Desde
tiempo inmemorial, acudían a esta fiesta peregrinos de todas partes.
Este
año, como peregrino e invitado de honor para venerarlas, en especial la del
Mantel de la Última Cena, llegó a nuestra ciudad el príncipe de España don Juan
Carlos de Borbón, acompañado de su egregia esposa la princesa doña Sofía de
Grecia.
El
alcalde de Coria, don Joaquín Hurtado Simón, da la bienvenida a sus Altezas en
nombre de la ciudad y obsequia a la princesa con un ramo de flores. El pueblo
en masa aplaude fervorosamente y no cesa de vitorear a los príncipes.
Seguidamente,
la comitiva, que encabezan chicas ataviadas con mantilla española, se dirige a
pie a la catedral. Las calles del trayecto se encontraban tapizadas con hierbas
aromáticas y adornadas con banderas y arcos triunfales; los balcones lucían
colgaduras.
En
el templo catedralicio, de cuyos muros colgaban reposteros,
la egregia pareja ocupa lugar preferente en el presbietrio, al lado del
evangelio. El lado de la epístola lo ocupan los gobernadores civil y militar de
la provincia, el presidente de la Audiencia, el fiscal jefe de la Audiencia, el
presidente de la Diputación provincial, el cabildo y el clero. En la parte
baja, se hallaba el ayuntamiento de Coria, restantes autoridades e invitados.
El
obispo, Dr. Llopis Ivorra, oficia la santa misa. En su homilía, después de
saludar a sus Altezas reales, autoridades provinciales y locales, cabildo,
clero y fieles, centra la acción eucarística partiendo de la institución de la
eucaristía hasta Pentecostés, con el impulso gratificante que el Espíritu Santo
realizó en los apóstoles y que se perpetúa como acción vivificadora a través de
la Iglesia en el mundo actual, para glorificación de Jesús y servicio a la
humanidad, servicio que la Iglesia cumple por la acción de la jerarquía, el
Papa y los obispos.
El
obispo se dirige a los Príncipes recogiendo un doble afecto: primeramente «sed
siempre fieles —dijo— a la misión que Dios os trace, porque Dios quiere el ser
y el actuar religioso de los buenos cristianos, entre los que os contamos». En
segundo lugar, reitera los testimonios de dolor y oración elevados a Dios por
el alma de la última reina de España, doña Victoria Eugenia, «de cuya estirpe
sois —dijo— vástago ilustre y distinguido».
A
continuación, el prelado hace alusión a las reliquias, especialmente a la del
Sagrado Mantel de la Última Cena, exponiendo los argumentos de examen
científico en los que se basa la procedencia oriental del sagrado lienzo, desde
los tiempos de Nuestro Señor Jesucristo, sin la menor duda razonable posible.
Finalizada
la santa misa, el obispo muestra y da a venerar a los príncipes las sagradas
reliquias del Mantel, Lignum Crucis y espina de la corona del Señor,
venerándolas igualmente las autoridades.
Sus
altezas visitan distintas dependencias de la catedral y la capilla relicario
donde les son mostradas otras reliquias que allí se guardan . En la sala
capitular admiran el tesoro catedralicio (cálices, libros corales, códices,
ornamentos litúrgicos, etc., y firman en los “libros de oro” de la catedral y
ayuntamiento, respectivamente.
Con
las mismas muestras de simpatía y cariño con que la multitud les hizo objeto a
su recibimiento, los príncipes son despedidos entusiásticamente por el pueblo y
emprenden viaje a Cáceres.
Desde Coria, para Radio Popular de
Cáceres,
Los reposteros son paños
cuadrados con los escudos heráldicos de Coria y de la catedral, bordados en oro
sobre
fondo de terciopelo rojo.