La crisis ha desesperado a muchos. La información diaria de los medios nos
tiene al día de estrecheces y
desesperaciones. Hay otros, sin embargo, que se lo pasan de pura madre para
arriba, según puede apreciarse si bien se examina la multitudinaria afluencia
de espectadores a los campos de fútbol, cientos de miles de entradas para
contemplar los partidos, para gritar en los estadios, para ciscarse en la madre
de todos los árbitros, para desahogar tanta desesperanza. De dónde sale tanto
euro, si es cierto que España ni siquiera puede pagar desahogadamente las pensiones o que está al borde del colapso, o que estamos en las últimas, coño, pues yo no veo
que estemos en las últimas, me dice el colega, mira la barra atestada de
clientes dándole a la caña y a la tapa, si no hubiera un euro en el bolsillo no
habría una copa de Ribera en el mostrador, no me jodas, la crisis la sufre un 30 por ciento, o menos, los demás siguen como si tal cosa, en el fútbol, en el
bar, en el viaje fin de semana o puentes a la casa rural, a la playa, a la
montaña, al ocio y al yantar, aunque sea rústico de mediana rusticidad. Ahí
está la madre del cordero lechal, apunta otro, el gentío busca la evasión, al
precio que sea, ahora a precio más bajo, pero la busca, y huye a todo meter de
sus aprensiones y desesperanzas. Ahí, ahí, retruca un enterado, la gente huye
porque no piensa, le da miedo pensar. Al gentío le suena lejos lo de las pensiones. O que las TV públicas gastan el doble de lo que se pueda ahorrar con
la congelación de las pensiones. Miedo al pensamiento, grave desajuste personal
de nuestro siglo. Hablas como Larra, le espeta el ilustrado, miedo al
pensamiento lo ha padecido siempre el gentío porque se agarra a lo que piensan
otros, y el partido político le ofrece su recetario, y el canal de derechas le
ofrece su recetario, y el de izquierdas le ofrece su recetario, y el religioso
le ofrece su recetario. Recetario de ideas. Así que el gentío no piensa, acepta
el pensamiento que le ha encajado el experto en receta de ideas para que se
alimente de ellas, las caliente, las cocine, las deguste y las extienda como
propias. Y así.
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