miércoles, 1 de junio de 2016

LA IRRITACIÓN DEL CIUDADANO

Pasea uno la acera, entra en el bar, se sienta en el parque, consume en Mercadona, en fin, realiza esas tareas diarias de ciudadano probo que son casi de obligado cumplimiento. 
Y en todas partes igual. Más de lo mismo. El personal anda irritado. Cabreado. Harto. 
Una grave sensación de inestabilidad social aletea sobre las cabezas. 
Alguien (o algunos, léase Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera) de no se sabe donde, le toma el pelo desconsideradamente. 
Alguien olvida que el gentío es la fuente de los votos. Una fuente, ay, de la que se bebe el día de las elecciones pero que se tapona inmediatamente después. 
Así que ya te digo, el personal anda harto de que quieran darle gato por libre, lo que equivale, en el fondo a una burla. Tal vez provocada por las circunstancias. Pero burla, aunque sea involuntaria. Por algo algunas encuestas confirman la sensación desconfiada  de la ciudadanía para quien los políticos se han constituido en verdadero problema por detrás del paro y de la crisis.

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