Así nos maldecían cuando sobrepasábamos los límites de la norma impuesta
por la tribu. Era una manera más o menos despectiva de metaforizar la exclusión. Te echaban. Fuera, a hacer
gárgaras. A escupir a la calle.
A fumar a la calle. El bar sin humos.. Y el osado que se atreva a contravenir la norma será considerado como infame y, por si fuera poco, cualquier operario o profesional
no fumador puede plantear su queja sobre
un compañero fumador a través de los "grupos de trabajo sobre satisfacción de los
empleados", que es como ahora llaman a la Inquisición existente en las empresas
para combatir los malos hábitos. Actualmente, si se elimina la sala de
fumadores y se generaliza la posibilidad de denunciar al
compañero (Inquisición sanitaria) por el hecho nefando de fumar, van a originarse,
sin duda, tensiones en los centros de trabajo y más de dos desahogarán su inquina
en la denuncia rastrera. Cosa triste ésta de la perturbación vengativa entre
colegas. Adiós, pues, a la lírica del cigarrillo. La mezcla olorosa del tabaco
y la colonia traducían sensaciones íntimas, de acercamiento y pasión. La charla
entre amigos era imposible sin el ofrecimiento abierto del cigarrillo. Las
volutas del humo cobijaban las entrañas acogedoras del bar y su murmullo. El
suelo repleto de colillas y palillos simbolizaba la basura interior que cada
cual echaba fuera a través de la charla amistosa y el pincho de tortilla.
A fumar a la calle. La campaña antitabaco es furibunda y posiblemente
acertada. Sin embargo, bajo la funda estentórea de las grandes campañas siempre
suelen esconderse intereses no confesados. ¿Por qué no se financian medios sanitarios
antitabaco de la misma manera que se financian medios sanitarios antigripe? Se
cuentan por miles, como causa principal de la ley antitabaco, las víctimas
mortales que cada año causa el tabaquismo. Vale. Pero gran parte del pueblo se
pregunta por qué no se pone el mismo énfasis destructivo en los miles de
víctimas anuales que causan las armas. Los Gobiernos de medio mundo se han
puesto de acuerdo en la persecución de fumadores y en la promulgación de leyes
antitabaco, ¿por qué no se ponen de acuerdo y promulgan, además, leyes
antiguerra? Prohibido que haya guerras en el mundo. Paz.
En fin. Pienso que la ley antitabaco no hace más sano a un país de igual
manera que las armas no hacen más seguro a un país. El tabaco (tabaquismo)
causa miles de víctimas anuales, y se persigue y se prohíbe. Las armas (la
guerra) causan miles de víctimas anuales y ni se persiguen ni se prohíben. Con
el tabaco se aprovechan los temores del gentío a la enfermedad y a la muerte,
con las armas no. Con la prohibición del tabaco se ahorran miles de millones a la Sanidad Pública, con la prohibición de las armas no ganarían los Gobiernos los miles de millones que supone su venta. ¿Quién juega con nosotros?
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