domingo, 8 de marzo de 2015

EL MENTIROSO ADELANTO DE LA PRIMAVERA

La muerte de Patroclo
Esta primavera algo adelantada  y poco lluviosa ha venido. Nadie sabe cómo ha sido. Como las guerras: han venido y nadie sabe cómo ha sido. Así que me dispongo a escuchar Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, a ver si se desintoxican las neuronas, atiborradas de guerra, saturadas de mentiras bélicas, colmadas de horror, empachadas de asco. Y empiezan a sonar las acometidas de La primavera en medio de un Mi mayor hechido de acordes agudos y casi prebélicos, como interpretados para acompañar la obscena y espectacular apoteosis de estas guerras que no se me van de la cabeza.
Antes, escuchaba a Vivaldi y todas las golondrinas de la primavera acudían, anhelantes y rápidas, a clarear las oscuridades de mi corazón. Ahora no. Será por lo de la guerra. Ahora escucho a Vivaldi, estoy escuchándolo ahora mismo, y sus allegros me producen la impresión de que representan la mendaz alegría de Putin, esos rasgos faciales afilados como notas de un violín perverso y visionario. Incluso el alma del violín, el arco, así llamado por Tartini porque es el elemento fundamental para su sonoridad, se reproduce en mi imaginación como un arma arrojadiza utilizada para destruir los sentimientos de los niños de Siria, de Irak, de Gaza... Esta primavera, algo adelantada y poco lluviosa, florece entre bombas de racimo como en las orillas de los regatos eclosionan  las pamplinas y los pañalitos. Con la diferencia de que en las bombas parpadea el rojo brillante de la sangre y en las pamplinas y pañalitos revienta la savia nutricia.  Los medios de comunicación nos hablan de Irak y de Ucrania. Pero también se mata en Gaza, Libia, Mali, República Centroafricana, Afganistán, Sudán, Somalia y otros 22 países. Esta primavera adelantada está invadida de violines mortíferos. Asco.

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