martes, 24 de febrero de 2015

¿QUIERE TENER USTED SIEMPRE LA RAZÓN?

Opiniones. Todo son opiniones, y el gentío no se convence de la volatilidad de las opiniones. "No sabes lo que dices", es la respuesta a la opinión contraria. La alusión al Madrid como equipo galáctico, la diatriba contra los árbitros, la afirmación social de que todos los políticos son corruptos, la creencia en el poder omnímodo de los EE UU, la conclusión de que España es el país con mayor número de gilipollas por metro cuadrado, no dejan de ser opiniones. ¿Qué tiene de particular, pues, que unos las acepten y otros las rechacen? Lo realmente complicado del asunto reside en que el tipo que expone su opinión pretende, casi siempre, convencer a quien lo escucha de que esa opinión, la suya, es la única verdadera. El oyente pretende lo mismo y al convertirse, acto seguido, en exponente, se genera una fuerza de choque que embiste recíprocamente, imposibilitando el acuerdo mental. Olvidan los perorantes que opinar es dar un parecer, no asentar una verdad, y que el ámbito de la verdad es tan oculto e intrincado que, normalmente, la mente humana es incapaz de descubrirlo, mucho menos de exponerlo.

Parménides escribió un poema en dos partes: Sobre la naturaleza. Los hexámetros de la primera parte exponen que sólo es válido el conocimiento dado por la razón, y que de la naturaleza y de los hombres no tenemos conocimiento cierto. La segunda parte concluye que los vulgares mortales, eso somos, adquirimos el conocimiento a través de los sentidos y que, por lo tanto, no poseemos la razón: sólo disponemos de la opinión. 

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