Tengo un conocido que se considera escritor, futbolero y amante de la naturaleza, cada vez que nos vemos me da la palmada en el hombro y me pone a hervir la cabeza con sus obviedades cansinas y reiterativas. Nos encontramos en la acera, cerca de la entrada de Mercadona. ¿Recuerdas a Luis Aragonés? Sí, cómo no, le dije. ¿Y recuerdas los términos en que se dirigió a Reyes? No, a tanto no llego, respondí. Sí hombre, continuó, aquella frase que cundió tanto en los medios de comunicación. Me puso la mano en el hombro: pues resulta que para animar a Reyes, que entrenaba desganado, Luis Aragonés le gritó
algo así como:
—¡Joder, échale huevos!, que tú eres mejor que el negro de mierda del
Arsenal (Thierry Henry). Metió la pata. Pero Luis no se consideraba racista. Sin embargo, los arrieros se
pusieron a darle palos y no pararon hasta pasadas tres semanas.
(Los arrieros mediáticos, prensa, radio, televisión, ya comprendes, actuales
repartidores de candela criticona y feroz). La tecla del racismo salta a la más mínima, ¿no crees?, y no se tiene en
cuenta la singularidad de la frase, una simple frase no puede definir a nadie
como racista, sí lo definiría la pluralidad de frases, ese negro de mierda, o
por el estilo, pronunciadas con animo ofensivo frecuentemente y a diario. Si yo digo, excepcionalmente y por una vez, que Bolaño, por ejemplo, era un chileno de mierda, nadie
me tildará de racista, dirá que es pura envidia lo que me corroe. Puede ser, le interrumpí, su novela '2666' es considerada como una de las más influyentes en lengua española. No le pareció oportuna mi interrupción. Continuó, como si tal cosa: si yo, hombre
blanco, le digo a otro hombre blanco ‘eres un andaluz de mierda’ (por
ejemplo, a mi vecino) él no correrá voceando que soy un racista, me dirá muy
tranquilo que soy un gilipollas. En eso estamos de acuerdo, le dije. Me miró con desconfianza unos segundos. Continuó: Si alguien le dice a Romelu Lukaku que es un
negro, el hablante no es racista porque, efectivamente, el futbolista del Everton es negro. Luego el matiz ofensivo de la frase reside en el complemento
preposicional ‘de mierda’, repetido con frecuencia sobre una o varias personas, no en la atribución de negro o de chileno. ¿Qué te parece? Eres un genio de la reflexión comparativa, dije. Y nos despedimos hasta otra.