Yo
vivía con los buitres. Vultur era el buitre todopoderoso de la colonia. Me
acomodaba entre sus alas, me aferraba a su cuello y sobrevolaba los inmensos
espacios de la quebrada, girando en las corrientes de aire hacia las alturas.
Vultur vencía siempre cuando se trataba de disputar la carroña. Hundía su cabeza
entre las vísceras, las engullía y se acercaba a ofrecerme aquellos restos
sanguinolentos. Con la cara cubierta de sangre desperté. Ha tenido usted mucha
suerte, es el único superviviente, dijo la enfermera.
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