viernes
,
23 de junio
domingo
,
2 de julio
Quede claro de antemano que carezco de prejuicios sexistas, aunque soy heterosexual. Esta proposición adversativa posee su quid restrictivamente semántico, pues hay quien piensa que, a priori, toda persona heterosexual, por el hecho de serlo, tiene que adoptar y adopta posiciones contrarias a la opción homosexual. Y no es así. O no lo es al menos en mi caso. Respeto las opciones sexuales de cada persona y me parece de perlas la fórmula con la que se reformó el artículo 44 del Código Civil: «La identidad del sexo de los contrayentes no impedirá la celebración del matrimonio, su validez y sus efectos». Me alegro por ellos. Con una alegría racional, ciudadana y democrática. Pero vamos, que no voy a ponerme a dar saltos de alegría y a palmear la espalda de los conocidos que encuentre por la acera mientras comentamos festivamente el acontecimiento. Ni tanto ni tan calvo. Simplemente, aceptar adecuada al tiempo histórico en que vivimos la decisión de consentir legales las uniones civiles entre homosexuales, accediendo así a una reivindicación durante largo tiempo manifestada para conseguir de una vez el reconocimiento de su dignidad, su libertad y su igualdad de derechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario