No pretendo tener razón. Lo que para mí es acertado, puede ser desacertado para otros.
miércoles, 19 de octubre de 2016
POLITIQUERÍAS
Los políticos se han cargado la noble ciencia de la
política, y el modo de gobernar la ciudad y la república ha venido a ser una
merienda de negros, y perdonen la expresión, ya saben, que ahora se demoniza al
más pintado con esto del racismo y la atribución de xenofobia a cualquier (in)consciente. (Tengan en cuenta, así y todo,
que lo de “merienda de negros” es expresión recogida en el DRAE con el
significado de ‘confusión y desorden en que nadie se entiende’, el mismo con el
que pretendo utilizarla en estas líneas). ¿Son malos los políticos, los que
gobiernan, o son malos los gobernados? Esa es la cuestión. Para Maquiavelo (Il principe, 15-18) existen unas “reglas
fundamentales de la política” y unos principios que conducen a ello. Tal vez
los políticos actuales se fundamenten en esos principios, aunque lo nieguen, y
acepten como punto de partida el primero de los principios maquiavélicos, ese
que establece que todos los hombres son malos (y las mujeres también; entienda
el lector conspicuo que en el siglo XVI, en la cancillería de Estado de
Florencia, donde Maquiavelo era secretario, la paridad igualatoria sexual era
desconocida a pesar de que el presentimiento renacentista iniciase un pespunte
de renovación en la concepción de la persona y su vivir social, y faltaban unos
cuatrocientos años para que se lograse la igualdad entre los sexos), así que,
concediendo que todos los hombres son malos, el político tiene que mostrar una posición equivalente, es decir,
manifestar que también él es malo o, al menos, “aprender a no ser
bueno”, y aparentar mansedumbre, fidelidad, sinceridad y más que nada piedad,
pero sólo aparentarlo. Es la fórmula de Maquiavelo: contra una determinada
fuerza debe oponer el político otra igual e incluso poner en juego otra mayor
si quiere vencerla. Es esta filosofía estatal fundada en el carácter
físico-mecanicista de las relaciones la que empuja a los políticos a atacarse
sin piedad, a denostarse, a insultarse. Todos los ciudadanos comprueban este
hecho, sobre todo estos días en que tan revuelta anda la cosa parlamentaria con
lo de la fractura del PSOE, el proceso de Investidura, abstención sí abstención no, la amenaza de las terceras elecciones, las declaraciones de Correa en el caso Gürtel y los posibles encarcelamientos de Griñán y Chaves en Andalucía.
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