Delacroix:(1830) La libertad guía al pueblo. (¿O no lo guía?) |
Vamos a filosofar un rato, así olvidamos el batiburrillo que se ha montado con el robo del Madrid al Elche, perpetrado por un tal Muñiz, árbitro del todo incompetente.
La libertad es palabra utilizada para lograr un intento sobrehumano: explicar
lo inexplicable. Porque a ver quién
explica la concordancia entre la determinación individual y la imposición
externa. Todos somos libres, pero nadie es libre. Las reglas del juego imponen
un conjunto de normas a las que el personal debe atenerse si quiere respirar
tranquilo.
Libertad, palabra utilizada para aureolar la mística de las frases. Un follón
psicológico, esto de la libertad. El hombre está condenado a ser libre, dijo
Sartre, y quizá lo sea. Libre, quiero decir. Pero no es libre. Al menos
absolutamente libre. Porque la libertad sartriana más que una propiedad cualitativa
es un castigo. Los ángeles soberbios fueron condenados a ser demonios. Los delincuentes son condenados a la pena de cárcel. Los
pusilánimes son condenados a la indeterminación. Los deportistas cazados con
lo del dopaje son condenados a
prescindir de su actividad deportiva e incluso se les desposee de sus
títulos. En cualquier circunstancia, el hecho de “ser condenado” conlleva la idea de castigo. De modo que si el hombre está condenado a ser libre quiere
decir que sufre el castigo de la libertad. No sé por qué se dice que es una
cualidad eminente la libertad cuando es un castigo. Un individuo puede “ser”
libre y, sin embargo, sentirse incapacitado para ejercitar la libertad. Una
cosa es que se entienda la libertad como inmunidad de coacción extrínseca (aquí
el hombre sería libre por si mismo) y otra que se practique la libertad como un
ejercicio finalístico (aquí el hombre estaría obligado por otros a ser libre).
Es raro esto, ser libre por otros. Quizá la idea sartriana sea exagerada, pero
parece que si el ser humano está condenado a ser libre está, al mismo tiempo,
incapacitado para ejercitar la libertad puesto que lo rodea un conjunto de
verdades, valores y leyes que lo oponen normativamente a la libertad: de ahí su
condena a ser libre. ¿He dicho algo?
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